Capítulo 40: La cura del ángel

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La sed roja, la maldición más antigua con la que cuentan los hijos de Sanguinius desde su creación como legión de marines espaciales, una incontenible sed de sangre por la cual matarían a cualquiera con el fin de beberla y saciarla por completo, un estado en el que sus hijos dejaban atrás su humanidad para volverse bestias asesinas sin límites, una carga que debía ocultar el ángel a toda costa por temor al exterminio como sus hermanos purgados y olvidados, una maldición.

Era, es y siempre será su deber el buscar una cura para sus hijos, esta es su carga, su lucha personal, su más grande batalla, por lo que cuando escuchó sobre las tecnologías y manipulación genética de las otras humanidades, sus posibilidades se abrieron en una infinidad de abanicos con posibilidades múltiples, las llaves de la cura para su Legión estaban ante él.

Por más que quisiese tomarlas y aliviar a su Legión de esta maldición, había algo que lo detenía, algo tan grande como esto requeriría personal capacitado, personal del cual no disponía ya que quería evitar levantar sospechas a toda costa sobre este trabajo, si su padre se enteraba corría el riesgo de ser purgado como sus 2 hermanos de la 2da y la 11va legión, he ahí el dilema.

En su laboratorio personal, Sanguinius estudiaba su propia genética en búsqueda de la cura para su enfermedad, a su lado, un puñado de científicos humanos reclutados por él en persona desde las sombras antes del cataclismo, todos anotaban distintas muestras con manipulación genética y sus cambios durante simulaciones, incluso llegando a tener encadenados a algunos marines qué habian caído ante la sed roja, era una mirada un tanto triste y desesperanzadora el observar a los ángeles del emperador transformarse en estas bestias incontrolables, pero para eso estaban ellos, buscar una cura para sus protectores.

Las investigaciones concluyeron en el mismo resultado, la enfermedad no tenía cura aparente, al contrario, los tratamientos experimentales parecían alterar otros factores y órganos que terminaban en tragedia o muerte, la semilla del ángel parecía estar maldita desde su creación, lo que provocó la desesperación de Sanguinius.

Antes de que comenzase a volverse un poco loco, Avern Scurn entro en la sala con la noticia de haber llegado a su destino, calmando al ángel y dando por terminado temporalmente sus experimentos, su destino no era nada más y nada menos que el centro de investigación alfa en X50, la sede del conocimiento más avanzado de la ONI entre los más destacables, una esperanza de la cura contra la sed roja.

Al arribar al planeta, fueron recibidos por las fuerzas de defensa planetaria, quienes quedaron impresionados por la apariencia y altura del ángel junto a sus hijos, una cosa era ver con sus propios ojos a los míticos spartans, pero otra era observar a los ángeles de la muerte del emperador, eso sin contar al primarca presente con sus alas pegadas para caber en la instalación, despertando la curiosidad de muchos al querer conocer el origen de estas, aunque se les mostró cierto respeto por parte del primarca.

-¿Qué se le ofrece en este planeta general? - preguntó el teniente al cargo de las instalaciones a Sanguinius mientras este trataba de calmarse mentalmente

- Vera teniente, como debe ser de su conocimiento la raza humana en su totalidad ha sido unificada por mi padre en el tratado de la unificación total, y por ende todos nuestros conocimientos, tecnologías, ciencias, etc pasarán a ser revisados para su anexión y comparación por parte del imperio - El marine de atrás espero a que el ángel parara de hablar para contestar antes que su superior con una duda un tanto estúpida

- ¿Entonces pasamos a ser comunistas en cierto modo? - Todos voltearon a verlo con cara de duda excepto su superior, quien procedió a contestarle su duda

- ¿Te di la orden de hablar marine? - El soldado se quedó en silencio

- Entonces quedate callada la puta boca antes de que te ponga a limpiar los cañones de defensa orbital con un cepillo de dientes, !¿entendido marine?! - el marine rápidamente respondió firme y alto

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