La chica despertó con el sol acariciándole suavemente el rostro. El calor que hacía resultaba abrumador, como un recordatorio insistente de que algo no iba bien. Mareada y desorientada, luchó por entender cómo había llegado hasta allí. Miró a su alrededor, desesperada por respuestas, pero no encontró a nadie a quien dirigirse, sumiéndola aún más en la incertidumbre. Dudaba sobre dónde se encontraba exactamente, pero estaba en una playa, de eso estaba segura.
Lo primero que le llamó la atención de esa playa fue lo limpia que estaba, no debía ser muy concurrida. La arena, blanca como la nieve y muy fina, se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Cada grano de esta, frío como un témpano, se adhería a sus pies como si quisiera compartir su calor, recordándole que estaba descalza. El aire estaba impregnado con una fragancia salina, y se escuchaba el ligero murmullo de la marea acariciando la orilla.
Con dificultad, se puso en pie y contempló el mar, cuyas aguas adquirían un tono rosado tan intrigante como inquietante. Con cierto recelo, se preguntó qué podía conferirle semejante color. La superficie permanecía serena, apenas alterada por las pequeñas olas que jugueteaban en la orilla, arrastrando consigo algas de un blanco pálido. Sin embargo, había una niebla tan densa que era imposible ver qué había más allá.
Empezó a moverse en busca de algo que pudiese darle alguna pista de dónde estaba, pero sentía los pies pesados y le costaba caminar. «¿Qué me sucede?», se preguntaba. Trastabillando y cojeando, logró avanzar lo suficiente para notar que a lo lejos parecía haber una forma en el agua, aunque no lograba discernir el qué.
Entonces, empezó a escuchar una voz gritando su nombre. Sus recuerdos empezaron a hacer mella, estaba segura de conocerla. Trató de salir corriendo en su búsqueda, pero sus piernas seguían sin responderle del todo, y solo logró darse de bruces contra el suelo.
—¡¡Voooy!! —empezó a gritar con desesperación, sin saber bien a quién respondía y escupiendo arena.
—¡Kaillekh! ¡Kaillekh, ayúdame! —El llamado, cargado de pánico, resonaba en el aire.
La chica avanzaba despacio, renqueando, pero decidida a llegar hasta la voz. No sabía de qué o de dónde, pero estaba segura de que esa persona le era familiar, fuera quien fuese, y sentía la urgencia de tener que acudir cuanto antes.
«Por favor, ayúdame, te necesito», parecía suplicarle.
Finalmente, al acercarse más, logró empezar a vislumbrar lo que había visto a lo lejos. Se trataba de una isla, no muy grande, en la que podían verse altos árboles. Parecía estar cubierta por una especie de muralla de piedras rojizas. Por desgracia, la niebla impedía que pudiese verse mucho, pero la voz parecía provenir de ahí y tenía que llegar hasta ella.
Apenas podía caminar, ya no hablemos de ir nadando hasta allí, pero tampoco tenía muchas más opciones. Dejó que sus pies descalzos tocasen el agua, que la recibió con una frialdad punzante, como agujas de hielo en su piel. «Ánimo, podemos hacerlo», se dijo en un intento de autoconvencimiento. A medida que se adentraba, el océano helado le robaba el aliento, haciendo que sus dientes empezaran a castañetear con un ritmo frenético. La duda se infiltró en sus pensamientos: «No vas a poder con esto, está demasiado fría. Nos dará una hipotermia», resonó en su mente.
De repente, algo apresó su tobillo con una ferocidad inesperada, arrastrándola hacia el interior. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras forcejeaba, intentando liberarse. «¡Ayúdame!», volvió a suplicar la voz, ahora con mayor urgencia, mientras ella se sumía en un grito ahogado, una mezcla de miedo y desesperación que se perdieron con ella en el mar.
Y entonces despertó. Abrió los ojos sin comprender del todo por qué las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Entre la neblina de su mente persistía la imagen fugaz de una isla, donde un bosque siniestro no cesaba de susurrar su nombre.
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El falso guardián
Viễn tưởngIlayra y Kaillekh, dos hermanas gemelas, son separadas por la elección marcada por El Oráculo. Una de ellas será escogida como bruja, consideradas la peor escoria de la sociedad, mientras que su hermana intentará salvarla haciéndose pasar por ella.