el comienzo ....

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Hace muchos ciclos de luna y soles desde que llegué a esta isla desconocida y traicionera. Aunque la tecnología existe aquí, la verdad no es un paraíso idílico como lo pintan. En múltiples ocasiones he intentado escapar, pero algo me ata a esta tierra. No son los humanos ni las otras criaturas quienes me retienen; es el tiempo mismo, que se fragmenta en otros mundos. Apenas entiendo la estructura de este lugar, y sin embargo, lo enfrento día y noche junto a los mares. Soy su presa, y su cola escamosa se enrosca con la mía. Olvidé toda razón alguna vez escuchada sobre las sirenas, pero este mundo insular es... una jaula de oro. Alguien o algo me mantiene aquí, intentando hacerme creer que no lo es 


Soy su presa, y sus colas escamosas se enroscan con la mía. Intentan reproducir su asqueroso cuerpo contra el mío. No he muerto de hambre aquí, pero la monotonía me abruma cada día. En medio del delirio, siento como si alguien emergiera del mar, observándome, alimentándose de mi desesperación. A veces, con cariño, alguien me toca, no de manera perversa, sino como si cuidara de mí. Las noches están llenas de cantos, una voz masculina acaricia mi cabello con suavidad a través de las olas Los cantos nocturnos son como susurros del océano, melodías que emergen cuando la luz del día se desvanece y la oscuridad abraza las olas. En la quietud de la noche, el mar se convierte en un escenario para una sinfonía secreta.

Imagina estar atrapado en esa prisión dorada, rodeado por el vasto azul. El sonido del agua acariciando las paredes de tu confinamiento se convierte en una canción. Las olas, como músicos invisibles, tocan sus instrumentos de espuma y sal. Cada nota es un suspiro, una historia antigua que se repite una y otra vez.

Las voces que llenan la noche son variadas. A veces, son suaves y melancólicas, como si el mar estuviera compartiendo sus secretos más profundos. Otras veces, son poderosas y enérgicas, como si las olas estuvieran rugiendo su desafío al mundo.

Y luego está esa voz masculina, la que acaricia tu cabello con suavidad. ¿Quién es él? ¿Un espíritu del mar? ¿Un guardián de las profundidades? Nadie lo sabe con certeza. Pero su canto es diferente. Es como si estuviera tejiendo hilos de esperanza en la oscuridad, recordándote que no estás solo en tu prisión de oro.

He intentado abrir los ojos, pero algo me lo impide. Anhelo verme en persona, aunque solo sea una vez. Recuerdo esos ojos dorados, miel bajo la luz de la luna, que se tornan plateados. Su cabello liso cae hasta las rodillas, y al mismo tiempo, se ondula. El aroma a sal de mar es agradable. Cada vez que está cerca, siento la urgencia de abrir los ojos, pero algo lo impide. A veces, lo veo alejarse, sumergiéndose de espaldas en el agua, regresando al mar. Su piel tiene un tono extraño, semi moreno con un matiz azulado. Sus ojos, grandes y dorados, explican por qué oigo cascabeles al caminar. ¿Quién o qué es este ser que me observa y me cuida en esta prisión de oro? 


Solo sé una cosa: este ser me mira y me asecha, pero yo no lo deseo. Al menos, al conocer sus verdaderas intenciones, comprendo que todo comenzó como una investigación que quedó naufragada en medio de la nada.

"Enredos Marinos: Entre el Vínculo de Lucius y Otros Cantos Sirenos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora