Llegaron hasta una habitación que se hallaba en el segundo piso y tenía unas enormes puertas pintadas de blanco. Betel saco unas llaves y abrió el cerrojo. El lugar estaba oscuro, un leve olor a viejo acarició su nariz junto con un poco de polvo que la hizo estornudar. ¿Qué era este lugar? ¿Por qué estaba cerrado y oscuro?
Betel empujó la silla dentro del lugar y cerró la puerta tras ella. Estaba tan oscuro que apenas podía ver sombras enormes que parecían ser muebles, antes de que su vista se pudiera acostumbrar a la falta de luz escuchó los pasos de Bethel y el sonido de cortinas siendo abiertas. El polvo flotó por unos instantes brillando en la intensa luz del sol que entraba por los cristales de la ventana que acababa de ser descubierta. Una rara sensación de alegría invadió a Aylah al ver las motas de polvo cual copos de nieve danzar en la dorada luz, se sentía como si tuviera su propio invierno dentro de este lugar. Sonrió alzando sus manos y jugueteando de manera infantil con los puntos luminosos que flotaban a su alrededor.
Alzó la vista y vió la cara de Bethel, su mirada estaba cargada de nostalgia y melancolía al mirar a Aylah. Secó sus ojos antes de que las lágrimas comenzaran a brotar con el dorso de su mano.
- ¿Te pa... pasa a... algo? – preguntó con dificultad, su lengua se seguía sintiendo extraña, como un pesado trozo de carne que se negaba a hacer lo que ella quería, pero al menos se entendía lo que decía, así que esto era suficiente
- Es que nunca imaginé que este día llegaría, es como un sueño hecho realidad – sonrió y abrió la ventana, una refrescante brisa entro disipando un poco el olor a viejo que tenía el lugar
- De... desde cú... cúando me co... conoces?
- Desde siempre, soy tu nana – sonrió Bethel de manera maternal – incluso ayudé a que vinieras al mundo con mis manos, no nos diste tiempo a esperar por la partera y el sanador – rió como si fueran muy buenos recuerdos – tu hermano se tomó un poco mas de tiempo para nacer, siempre le gustó hacer las cosas a su propio ritmo, incluso... - se detuvo de repente con la tristeza reflejada en sus ojos
- ¿tenía un... her... mano?
Bethel asintió con una triste sonrisa en su rostro incapaz al parecer de seguir contándole acerca de su familia al menos por el momento. Aylah se detuvo, debía darle espacio y que a su tiempo continuara no debía dejar que la ansiedad por saber la dominara, debía tener paciencia. La sirvienta continuó caminando por el lugar abriendo cortinas y ventanas a su paso, fue entonces que pudo reconocer el lugar donde se encontraban aunque no hubiera puesto un pie nunca antes ahí. Se trataba de una biblioteca, una enorme y polvorienta biblioteca. No habría otra manera de definir este gran lugar repleto de estantes llenos hasta el tope de libros que no parecían haber sido tocados por nadie en años.
Su corazón comenzó a latir emocionado, tanto conocimiento abandonado en este lugar. ¿Acaso a los nobles no les gustaba leer? Un extraño sentimiento hacía hormiguear sus dedos ansiosos de tocar un libro, su textura de piel, las palabras impresas, el olor a tinta. ¿Habría sido una lectora obsesiva en su vida pasada? Solo eso explicaría sus emociones desbocadas al ver un lugar como este, ninguna persona normal reaccionaría así solo al ver un montón de libros que para ella significaban mucho más que solo papel prensado.
Otra nube de polvo la hizo despertar de su obsesión literaria, Bethel había destapado varios cuadros que se hallaban colgados en las paredes que mostraban imágenes de una hermosa familia. Primero pensó que se trataba de cuadros decorativos, esos que ponen para ornamentar espacios como este, pero luego de darles una segunda mirada y viendo la expresión en la cara de Bethel se dio cuenta de inmediato que eran cuadros de la familia de Aylah. Cabellos dorados, ojos violeta, hermosos rostros. Su boca se abrió ligeramente ante lo que veía, parecían modelos en vez de personas reales.
El cuadro donde aparecía su madre era tan hermoso, ella parecía una diosa con la mirada llena de vida. Su cabello recogido de manera elegante estaba adornado con llamativos broches de diamantes y su vestido ajustado bajo el busto también estaba plagado de brillante pedrería colocada en un perfecto diseño. Su padre se veía extremadamente apuesto usando un sobrio traje con los botones de la camisa desabrochados de manera casual en el cuello. Incluso las imágenes de Aylah cuando era mas pequeña eran sencillamente angelicales con su largo cabello dorado peinado en bellas coletas adornadas con enormes lazos. Su hermano lucía feliz sonriendo mientras abrazaba un enorme perro de pelaje dorado.
Se paró de la silla de ruedas y con débiles pasos avanzó hacia donde estaban los cuadros muy lentamente. No le gustaba la idea pero tenía que hacerlo, debía actuar también para Bethel. Su instinto de supervivencia hacía que tuviera que hacerlo de esta manera, usando a la única persona que le estaba mostrando amabilidad, se sentía asqueada de si misma por hacer esto, pero no tenía otra opción. Alzó su mano hacia el lienzo del cuadro donde estaba plasmada la imagen de toda la familia y lo acarició de manera triste, a su lado pudo escuchar a Betel sollozar. Cerró los ojos, no se sentía bien el hacerla sufrir de ese modo actuando como si añorara a una familia que nunca tuvo ni conoció.
- Mi familia le ha servido a la tuya por generaciones, mi madre fue la nana de tu padre – dijo rompiendo el silencio mientras caminaba hacia una estantería cercana y tomaba uno de los libros. Aylah se sentó en el suelo mientras la sirvienta se sentaba a su lado y comenzaba a hojear el libro buscando algo – Ya que no puedes recordar, debo enseñarte todo lo que sé, debes estar lista para cuando dejes este lugar, debes actuar correctamente frente a la sociedad noble – se detuvo en una hoja en específico y se la mostró a Aylah, tenía el retrato pintado de un hombre mayor con el cabello canoso, barba, bigote y una mirada elegante en sus ojos violáceos – tu familia es la mas importante del reino pues forma parte de la realeza, este hombre es su majestad el rey Duveandell, ella era su esposa, la reina Halleena quien falleció hace alrededor de veinte años atrás - La mujer aunque se veía mayor, tenía una hermosísima apariencia acompañada de un aire de superioridad.
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Destinada a renacer
FantasyDespertó en el cuerpo de alguien más, tenía una segunda oportunidad de vivir en un mundo lleno de magia y hermosos castillos. Pero sus esperanzas de una larga y tranquila vida son destrozadas de inmediato por su oscuro destino. Ahora es Aylah, l...