¿Quién es está misteriosa mujer qué me he encontrado? Ni siquiera he tenido la oportunidad de hablarle...
Advertencia: Algunas posibles escenas fuertes pero no demasiado.
No quería tener que lidiar con nadie en ese momento, no hasta que escuchó las molestas voces de Nicodeme Savoy y Serafine Savoy. Sintió una oleada de irritación al escuchar las voces. Su estado de ánimo ya estaba agriado, por las heridas y la horrible experiencia que acababa de pasar, pero esas voces eran lo último que necesitaba en este momento...
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Heller los miró por el rabillo del ojo, con una expresión de molestia en su rostro. "Hola, cher. ¿Mi intuición me dice que puedes estar ocultando algo~?" Serafine dijo, y Heller respondió en un tono firme: "No es asunto tuyo, Serafine".
Los miró nuevamente por el rabillo del ojo, pero está vez no dijo nada. Ya estaba irritado por ellos y no estaba de humor para eso. Serafine le había preguntado si estaba ocultando algo, dando a entender que sospechaba que así era, y Nicodeme estaba tan insoportable como siempre, sonriéndole con suficiencia mientras estaba tan cerca de él.
Nicodeme habló, su voz burlona, mientras se acercaba aún más a Heller. "Oh, no seas tan duro con ella. Sólo estábamos preguntando".
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Heller apretó la mandíbula al tenerlo tan cerca, esa cercanía lo hacía sentir incómodo.
Odiaba tenerlos tan cerca de él, le irritaba que no respetaran su espacio personal. Estaba tratando de contener su ira, tratando de no perder los estribos, pero no era una tarea fácil, gracias a ambos...
"Te ves terrible. Parece que has visto un fantasma" dijo Serafine, y se rió junto al cajun.
Este comentario, junto con su comportamiento y presencia desagradables, sirvieron para enojar aún más a Mordecai Heller. Eran molestos y no quería lidiar con sus estúpidas tonterías en este momento...
"Hmm. Algo me dice que has tenido un mal encuentro con alguien, específicamente un espíritu." Serafine dijo en un tono más serio.
Su mirada fulminante pareció hacer que su molestia creciera exponencialmente, mientras comenzaba a preguntarse cómo diablos sabían lo que pasó. Su actitud, su presencia, sus actitudes engreídas y satisfechas de sí mismos eran como golpes en un punto dolorido, y él se enojaba más y más con cada segundo que pasaba. Se mantuvo en silencio, con la boca cerrada mientras seguía mirándolos. No les iba a dar la satisfacción de decirles nada...
