Entre sombras y susurros | Kuroken

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"Oye, ¿cuándo fue la última vez que fuiste a trabajar?", preguntó Kenma con un tono suave pero cargado de preocupación.  "Te despedirán pronto. Es realmente patético, ¿sabes". Hubo una pausa, como si las palabras se atascaran en el aire antes de ser pronunciadas.  "¿No quieres mejorar? Solo recupérate ya."

Kuroo dejó escapar una ligera risa, mezclada con la amargura que había llegado a definir su existencia. "Ahora hasta tengo mi alucinación regañándome", comentó con ironía. "Prefiero beber hasta morir que mejorar, porque si lo hago entonces no te veré más."

Kenma bajó la mirada, sus ojos llenos de una tristeza que Kuroo conocía demasiado bien. "Lo siento", murmuró, sus palabras apenas un susurro en el aire cargado de dolor.

"Por cierto, cuando salí vi este juego y pensé 'A Kenma le encantaría', así que lo compré para ti", dijo Kuroo, tratando de cambiar el tono sombrío de la conversación.

Kenma se acercó lentamente a Kuroo, sentándose a su lado en un gesto de silencioso apoyo. Su presencia era etérea, como una sombra en el rincón de su mente, pero aún así, Kuroo encontraba consuelo en su compañía, aunque fuera solo una ilusión.

Observó el videojuego con una expresión indecisa, su rostro reflejando la confusión de su propia existencia.

"¿Qué no te gusta?", preguntó Kuroo, notando la mirada triste y agachada de Kenma.

"Realmente no lo sé", respondió Kenma con sinceridad. "Estoy hecho de tus recuerdos y no tienes ninguno de mí jugando este juego, así que no sé cómo actuar correctamente."

Kuroo sonrió con melancolía, apreciando la honestidad de su alucinación. "Ya sabes, para ser una alucinación, seguro que eres franco y consciente de ti mismo."

"Bueno, eres tú quien me imagina de esa manera", respondió Kenma con una triste sonrisa, aceptando su papel en la realidad distorsionada de Kuroo.