" enemigos... "

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Era una noche, silenciosa y oscura como muchas otras, la luna resplandecía, creando una suave luz tenue que iluminaba parte de la habitación, dentro de aquella casi oscura habitación se encontraba un hombre con sombrero de vaquero, un saco color negro de manga larga, unos pantalones de mezclilla oscura y una barba de candado decorando su rostro.

Él se encontraba en su balcón, sentado en una silla mientras bebía una botella de cerveza helada, sumergido en sus propios pensamientos, tan solo sintiendo la ligera brisa golpear contra su rostro.

Ahora él pensaba, ¿Cómo es posible que esta noche, la cual era perfecta y demasiado hermosa, él estuviera solo y no con alguien para acompañarla? Quizá beber unas cervezas con unos amigos, ese era el problema, no tenía amigos, algo gracioso, sí, pero a la vez triste.

La soledad de su casa, mejor dicho, mansión, era muy triste, tan solo se escuchaban los ruidos de los grillos y del aire acondicionado, su ' pareja ' y su hijastra no se encontraban en casa, por lo que solo estaba él en casa.

El sonido de una llamada entrante proviniente de su celular lo sacó del trance, rápidamente dejó su botella de cerveza a un lado, se levantó y tomó su celular.

—¿Quién estará llamando a esta hora?— su tono de voz era de rancho y un poco grave, no demasiado, la llamada venía de un número desconocido, no lo tenía agendado, por lo que se puso en alerta, por si era un policía o algo de ese tipo.

Dudando un poco, contestó la llamada.

—¿Bueno? ¿Quién habla?— dijo, sintiéndose un poco nervioso, él se quedó completamente en shock al escuchar un acento ruso al otro lado de la línea.

¿Hola? ¿Aurelio? Habla El Ruso.

Su cuerpo se tensó, aquel acento ruso, su forma tan marcada de decir la "r" ¿Enserio estaba hablando con su enemigo? O bueno, ¿Con el de su hija?

Él decidió mantener una actitud desafiante y algo agresiva, pues según él, aquel criminal no era alguien de confiar.

—¿Para que me llamas? No tengo tiempo para llamadas.— su voz sonaba seria y arrogante, como se le acostumbraba escuchar.

—tranquilo Aurelio, no tenemos motivos para pelear ni mantener una actitud desafiante de rivalidad entre nosotros estando fuera de los negocios, solo quería ver si te gustaría venir a mi mansión para hablar un poco, ya sabes, quizá beber un poco de vodka y hablar sobre algo de tu gusto— le contestó el contrario, su tono de voz era amable y tranquilo, no parecía tener intenciones de pelear ni nada por el estilo, no, eso no era propio de él.

El vaquero soltó un bufido burlón.

—¿Y como sé que puedo confiar en ti? Somos enemigos, te lo recuerdo.— dijo el pelinegro, visiblemente desconfiado.

—vamos, sabes que no soy el tipo de hombre que pelea por tonterías, te aseguro que será una charla amistosa.

El alto hablaba con la verdad, no quería pelear con él ni nada de eso, solo quería tener a un " amigo " con quién platicar cómodamente.

El vaquero, lo pensó por un momento, ahora que lo pensaba detenidamente, no era una mala idea, pasaría un rato con alguien, quien era su enemigo, pero no tenía otra opción.

Él, dió un suspiro, aceptando la invitación.

—está bien, confiaré en tí por esta vez, pero no creas que esto cambia algo entre nosotros, solo lo haré por el aburrimiento que siento ahora.—

—¡Perfecto! Te espero en mi casa, te mandaré la ubicación en este momento.— el ruso mandó la ubicación al vaquero.

—sí, sí, lo que sea... supongo que nos vemos luego.— le dijo el vaquero, cortante.

¿No que éramos enemigos? - A × RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora