La iglesia resonaba con un eco de emoción y tensión mientras Alejandra se encontraba en el altar, su vestido blanco irradiando una belleza serena pero con su corazón latiendo en un crescendo de incertidumbre y anticipación. La luz dorada del sol filtrándose a través de las vidrieras creaba un espectáculo de colores efímeros que danzaban en el suelo de mármol, como si el universo mismo estuviera tejiendo un telón de fondo para el drama que estaba a punto de desarrollarse.
El cura, con su voz solemne, pronunció las palabras que resonarían en los corazones de todos los presentes: "¿Alguien se opone a esta unión?" Las palabras flotaron en el aire, cargadas de significado, y un silencio tenso se apoderó de la iglesia, como si todos estuvieran conteniendo el aliento en espera de lo que vendría a continuación.
Fue entonces cuando, como si fuera un acto predestinado, Sofia apareció en el umbral de la iglesia. Su presencia era como un rayo de luz en medio de la oscuridad, su mirada fija en Alejandra con una intensidad que cortaba a través del espacio entre ellas. Alejandra se sintió atrapada en un torbellino de emociones, su corazón latiendo con una fuerza que casi le impedía respirar.
"Sofia...", susurró Alejandra, su voz apenas un murmullo en la vastedad de la iglesia. Sus ojos se encontraron en un instante de conexión pura, y Alejandra sintió como si el mundo entero se desvaneciera a su alrededor, dejándolas a ellas dos solas en un universo paralelo donde solo existían ellas y su amor.
Las palabras de Sofia resonaron en el aire, llenando el espacio entre ellas con una promesa de amor y redención. "Vengo a detener esta farsa", declaró Sofia con una determinación que hizo eco en cada rincón de la iglesia. "Porque amo a esta mujer y no puedo quedarme de brazos cruzados mientras ella se casa con alguien más."
El novio, lleno de ira y confusión, tomó el brazo de Alejandra con fuerza, enfrentando a Sofia con una mezcla de incredulidad y desesperación. "¡Tú no tienes derecho a intervenir en esto!" gritó, su voz temblando con la intensidad de sus emociones. "Alejandra es libre de tomar sus propias decisiones, y ella ha decidido estar conmigo."
Pero las palabras de Sofia resonaban en el corazón de Alejandra, recordándole el amor que compartían y la fuerza que yacía en su unión. Mientras el novio lanzaba acusaciones y reproches, Alejandra se aferraba a la verdad que había descubierto: su felicidad estaba junto a Sofia, no en un matrimonio basado en expectativas y convenciones sociales.
Alejandra miró a ese chico parado en el altar con pena por el , era un idiota que se quedaría solo en la vida , el chico pensó que Alejandra ya había tomado una decisión.
" Te lo dije maldita lesbiana, ella me eligió a mi " dijo el chico.
La intervención de las hermanas de Alejandra, alejando al novio y proporcionando un escudo protector alrededor de Sofia, fue un acto de solidaridad y apoyo que fortaleció la determinación de Alejandra. Juntas, enfrentaron el desafío que se les presentaba, decididas a defender su amor contra viento y marea.
Cuando Alejandra finalmente corrió hacia Sofia, fue como si el mundo entero se detuviera. Cada paso era un eco de su determinación, cada latido de su corazón un eco de su amor. Y cuando finalmente estuvo frente a ella, cuando sus labios se encontraron en un beso que trascendió el tiempo y el espacio, Alejandra supo que había tomado la decisión correcta.
El beso fue un estallido de emociones contenidas, unión y redención. Los labios de Alejandra encontraron los de Sofia en un encuentro cargado de pasión y sinceridad. Fue como si el tiempo se detuviera, como si el mundo entero desapareciera a su alrededor, dejándolas solas en su amor compartido.
Las manos de Alejandra se aferraron a las de Sofia, como si temiera que este momento fuera solo un sueño fugaz. Pero las manos de Sofia estaban ahí para sostenerla, para recordarle que este amor era real, tangible, indestructible.
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Notas En La Pista
ChickLitEl amor supera barreras , un muelle casi abandonado y dos chicas