ÚNICO

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A sus dieciocho años, el pequeño Jimin estaba a punto de tener su primera vez con su novio. Su primera relación sexual y quiso tener antes una consulta con su doctor, para eliminar algunas dudas.

En el consultorio de su ginecólogo, un tímido y sonrojado Jimin se hallaba sentado, con sus pequeñas manos entrelazadas sobre su regazo. Apretando sus delgadas piernas en un gesto nervioso, mientras veía a su doctor revisar unos expedientes, unos minutos, para luego prestarle su completa atención.

—¿Qué te trae por acá hoy, Jimin? Tu cita semestral fue el mes pasado.

—Esto... yo —Las mejillas del pequeño Jimin se tiñeron de un fuerte rosa—, yo, voy a tener mi primera relación sexual con mi novio y... y quiero aclarar algunas dudas, antes de hacerlo.

El doctor sonrió con ternura, por la vergüenza de su paciente y se acomodó en su asiento, para dar una pequeña charla al pequeño Jimin.

—Puedo resolver muchas de tus dudas, pequeño, pero hay cosas que sabrás solo cuando sucedan ¿Te gustaría que te revise nuevamente y te explique algunos asuntos sobre tu primera vez?

Jimin asintió tímidamente y el doctor se puso de pie para guiarlo al baño y que se cambiara de ropa a una cómoda bata de hospital.

Una vez, Jimin estuvo vestido solamente con la bata y sentado sobre la alta camilla de examinación, el doctor comenzó su revisión.

—Dime tu primera duda, pequeño.

—¿Cree usted, doctor, que tengo una cara bonita y que mi cuello le llame la atención a mi novio?

El doctor se sorprendió por la pregunta, pero le regaló al pequeño Jimin una sonrisa comprensiva, para luego acercarse un poco y tocar su carita con la punta de los dedos y bajar con suavidad por sus mejillas hasta el largo y delgado cuello. Haciendo círculos con los pulgares sobre la vena palpitante a los lados, repitiendo la acción unas cuantas veces y Jimin suspiraba por la relajante sensación.

—Pienso que tu rostro y tu cuello son muy bonitos, pequeño. Suave piel y un hermoso color perlado, que resalta cuando te sonrojas.

El pequeño Jimin se sonrojó un poco más.

—¿Y mis labios, doctor? No sé si sean tan suaves, como para que a mi novio le guste besarlos, mientras me folla.

—¿Quieres que te diga si son suaves, Jiminnie?

—Sí, por favor —respondió Jimin, avergonzado por el diminutivo de su nombre.

El doctor se inclinó un poco más y capturó los labios de su paciente en un suave beso, lamiendo y chupando los abultados labios hasta dejarlos hinchados y húmedos. Introdujo un poco la lengua y con las manos acarició las esponjosas mejillas, hasta bajar al cuello y envolverlo con la mano derecha y presionar solo un poco, antes de separarse con un chasquido húmedo e inhalar los jadeos provenientes de los brillosos labios del pequeño Jimin.

—Son realmente suaves, Jiminnie. A tu novio le encantará besarte cuando estén teniendo relaciones y de seguro, va a querer sujetar tus mejillas y tu cuello para sostenerte mientras te besa —declaró el doctor, apartándose un poco para verlo a los ojos. —¿Alguna otra duda que tengas, pequeño?

—Mis senos, doctor. No sé si tengan el tamaño correcto y si realmente le vayan a gustar a mi novio.

El pequeño Jimin abrió la bata por el frente y dejó al descubierto sus redondos y firmes senos. Ni tan grandes, ni tan pequeños, con un par de rosados y suaves pezones, aun escondidos.

—Las manos de mi novio son como las suyas doctor. Grandes y fuertes palmas, largos y delgados dedos. No sé si mis bubis vayan a encajar en ellas. —Jimin miró al doctor con un puchero en los labios, con la duda palpable en su mirada.

Jiminnie |YM| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora