capítulo 1: ¿Me amas Reek?

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"Mi señor," tartamudeó el maestre, su voz temblorosa mientras se enfrentaba a los penetrantes ojos azules de Ramsay. "Ya lo hemos confirmado..."

Ramsay interrumpió al maestre, su tono impaciente y ansioso. "¿Y? ¿Ella está embarazada o no?" preguntó con brusquedad, refiriéndose a Sansa, cuyo periodo y celo habían desaparecido durante los últimos dos meses.

El maestre tragó con dificultad, sabiendo que no podía evitar la furia inminente de su señor. Reuniendo el coraje, respondió con voz temblorosa: "No, mi señor. De hecho, ella jamás tendría hijos debido a las horribles experiencias que sufrió en su corta edad."

Las palabras del maestre apenas habían escapado de sus labios cuando Ramsay, en un estallido de ira descontrolada, arrojó la mesa con un estruendo ensordecedor. Los objetos temblaron y se estrellaron contra el suelo, mientras Ramsay rugía de frustración y rabia.

"¡¿Cómo es posible que sea infértil?!" gritó Ramsay, su rostro contorsionado por la furia. La idea de que Sansa no pudiera darle hijos parecía haberle arrebatado algo esencial, alimentando su sed de poder y control.

El maestre retrocedió, temblando ante la furia desatada de Ramsay. Sabía que cualquier intento de explicación o consuelo solo empeoraría las cosas. Ramsay era conocido por su crueldad despiadada y su falta total de empatía
hacia los demás.

En ese momento, el maestre comprendió que no había esperanza de calmar a Ramsay o razonar con él.

El alfa desesperado, no podía ocultar su ansiedad. Sabía que en cualquier momento Walda podía quedar embarazada. Si eso sucedía, Ramsay temía que su propio estatus y posición se vieran amenazados. La idea de que un hijo legítimo de Walda pudiera desplazarlo. Además, la incapacidad de Sansa para concebir hijos solo intensificaba su frustración.

Desde la ventana, Ramsay observaba la nieve caer, pero no sentía el impulso de salir a cazar para levantar su ánimo. Ya había gastado su energía en lidiar con Yara, quien había intentado llevarse a su Reek el día anterior.

Reek, su mascota sumisa, caminaba en círculos afuera. Temblaba de miedo, pero Ramsay sabía que no podía permitirle tener ni siquiera un atisbo de esperanza de libertad. Observó a Reek con desprecio y satisfacción retorcida.

Una vez, la mascota de Ramsay Bolton tuvo un nombre: Theon Greyjoy. Theon era un alfa arrogante y seguro de sí mismo. Era un joven apuesto con cabello negro-marrón y ojos azules, y su sonrisa estaba impregnada de una arrogancia irritante. Tenía muchas omegas a su disposición y parecía tenerlo todo en la palma de su mano.
Sin embargo, todo eso quedó en el pasado. La transformación de Theon comenzó cuando cayó en manos de Ramsay Bolton, un alfa despiadado y cruel. Ramsay se encargó de eliminar cualquier rastro de la juventud y confianza que Theon solía tener.

El cabello oscuro de Theon comenzó a mostrar una gran raíz blanca, como un símbolo de su sufrimiento y la pérdida de su antigua identidad. La sonrisa arrogante que solía adornar su rostro desapareció por completo. La seguridad que una vez lo caracterizaba se desvaneció debido a las palabras y actos de Ramsay.

Theon solía tener un cuerpo delgado y atractivo, pero Ramsay también se encargó de eliminar esas cualidades. Con su látigo, dejó cicatrices en el cuerpo de Theon, marcas que llevaría de por vida.

Además, Theon era habilidoso con la espada y la flecha, pero Ramsay no permitió que esto continuara. Con un acto despiadado, le amputó los dedos índice y medio de la mano derecha, dejándolo con una discapacidad que afectaría su habilidad para manejar armas y realizar tareas cotidianas.

Ya no se llamaba Theon, ahora era conocido como Reek. Ya no era deseado por ninguna omega como solía serlo. Su identidad se había desvanecido y ahora solo era la mascota de Ramsay Bolton, sometido a sus órdenes y maltratos constantes.

El Vínculo Forjado en el Dolor [Thramsey] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora