Capítulo 14 ― Toda la verdad ―

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Era domingo, el último antes de las vacaciones de invierno. Estaba sola en la habitación. Felicity y Madeleine se habían ido con los chicos, pero yo decidí quedarme. Decían que necesitaban un respiro de tantos apuntes. Y en parte era verdad, pero no podía arriesgarme a falta de una semana de los primeros exámenes. Debía estar preparada al máximo. Por eso me repetía que todo el tiempo sacrificado valdría la pena.

No era la única que se quedó ese último fin de semana. La cafetería estaba más vacía de lo normal, pero aún así el espacio estaba lleno. Muchos llevaban los apuntes consigo hasta en el desayuno, la comida y la cena. Pero eso lo vi excesivo. Comer era mi momento de gloria. Ya estudiaría cuando volviera a mi habitación.

Aproveché que eran las dos de la tarde para llamar a mi madre. La echaba mucho de menos. Nunca había estado tan lejos de ella durante tanto tiempo, y estaba siendo todo un reto. Pero también me estaba conociendo a mí misma. Estaba viendo hasta dónde podía llegar, y veía que podía llegar muy lejos. Sonaron unos cuántos pitidos hasta que me lo cogió.

― ¡Cariño! Cuánto tiempo. ― Dijo con un tono apagado mientras se sonaba la nariz. ― ¿Cómo va todo?

― Mamá... ¿Estás llorando?

― No. ― Hizo una pausa, pero un suspiro largo se le escapó. Como si estuviera preparándose para lo que fuera a decir. ― Sí. Es que estoy viendo la película... Y no estás aquí. Me he puesto sentimental. Solo eso.

Interstellar era nuestra película. Antes de que muriera papá nos encantaba. Después de que muriera, le vimos un significado.

― En una semana estaré ahí. Y la veremos juntas. Prometido.

― No me puedo creer que hayan pasado estos dos meses tan rápido. ¿Alguna novedad? ― ¿Aparte de que hay alguien que me está acosando y que no sé quién es? Pensé. Pero obviamente no se lo dije.

― Todo sigue igual que siempre. ― Aunque no fuera verdad. Y un nombre se me vino a la mente.

― ¿Y qué tal con ese chico? James. ― Como si pudiera escuchar mis pensamientos, le nombró.

Hacía una semana que no le veía. Se fue con Ethan y el equipo a jugar unos partidos antes de las vacaciones, y apenas habíamos hablado. Parecía que estaba entretenido.

― Somos amigos, mamá. Nada más.

― Olivia, intentas mentirte a tí misma. No te he visto cerca de él, pero por como me has hablado de él, por como tu voz cambia... no mientas a tu madre.

Mi madre debería tener un título sobre análisis de su hija, porque parecía que me observaba con lupa y un microscopio.

― No miento. Somos amigos. ― Y eso era verdad. Una pausa se produjo entre las dos. ― Bueno, te dejo. Te he llamado al acabar de comer, pero debo volver a estudiar. Y tú tienes que irte a la cama. Son las diez de la noche allí.

― ¿Recuerdas que la madre soy yo, verdad? ― Una sonrisa débil iluminó mi rostro. ― Llama cuando quieras, cariño.

― Buenas noches, mamá. ― Estaba apunto de colgar, pero su voz hizo eco en mi mente con lo que me dijo.

― Arriésgate a querer, Olivia. ― Y dicho eso, colgó antes de que pudiera decirle algo.

Me quedé mirando la pantalla en negro, sin poder levantar la vista. Arriesgarme a querer.

Arriesgarme. Eso implicaba consecuencias si no salía bien, pero arriesgarse tenía sus puntos fuertes, aunque saliera mal. ¿Prefería vivir con la eterna pregunta que taladraba mi mente? ¿Y si...? Eso que estaba entre hacerlo y no hacerlo. Eso que estaba entre lo posible y lo imposible. ¿Arrepentirse de hacerlo o de no hacerlo?

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