Prólogo

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-Una joven de cabellos azabache posaba frente al espejo, se acomodaba su revuelto y ondulado cabello con una horquilla de las que sostenía con sus dientes para sostener su fleco, se encontraba escuchando "Erika" en el tocadiscos que le heredó su abuelo.

-Una vez su cabello estuvo acomodado tomó un poco de base de maquillaje para ocultar sus ojeras, su piel clara pero levemente bronceada hacía resaltar sus ojos de color café claro y su estilo retro le daba cierto toque de elegancia, una vez consideró estar lista tomó una de sus gabardinas con prisa al ver la hora. Sus pesadas botas de combate resonaban por su antiguo piso, su edificio y su estilo de vida se basaba en las herencias que sus abuelos le dejaron por lo cuál habitaba en un edificio de los años 20 s' e incluso la ropa que usaba era normalmente la que su abuela usó alguna vez durante su juventud.

-Tomó las llaves de su departamento para salir corriendo hasta que se vio ligeramente al espejo notando que algo le faltaba en su gabardina negra y larga, inmediatamente se regresó a su habitación para tomar un broche y un collar, se puso un poco de colonia y está vez si salió corriendo cómo alma en pena en dirección a tomar el metro de la antigua ciudad.

-Estuvo a punto de perder el metro pero logró alcanzar a subirse, cuando el cobrador pasó por su asiento ella con una sonrisa le mostró su boleto, cualquiera que la miraría en la calle sentiría la energía positiva que emanaba ella, su forma tan extrovertida hacía que niños, ancianos, adultos, animales y adolescentes se le acercaran cada 2x3.

-Finalmente al llegar a su estación se bajó pasando por la salida frente a una cafetería dónde cada persona que la veía la saludaba,  algunos preguntaban por cómo iban sus estudios, trabajo e incluso los varones cercanos a ella más atrevidos le insinuaban salir entre bromas a lo cuál ella con una sonrisa se negaba; un par de calles más adelante se detuvo frente a un gran edificio, entró al vestíbulo marcando su entrada y reclamando su identificador que dejaba ver las salas a las que tenía permitido entrar.

-Una vez reportándose subió al ascensor marcando el piso 2, al subir a este entró a la sala "amistad", desde que entró la gente que estaba por allí se acercó a ella con felicidad; ella siempre era tan extrovertida que traía un buen tema de conversación o simplemente se pondría a discutir con alguna persona al azar que se viera fácil de molestar.

-Una vez la euforia de la gente bajó la chica se acercó al centro del salón para tomar una bebida del bar, se sentó y pidió un granizado de su sabor favorito, cuando se lo entregaron justamente la persona que estaba entre ella y la persona sentada a su lado se quitó, ella sintió cómo una mirada seria se posaba sobre ella a lo cuál giró y le regresó la mirada con una ceja alzada.

-¿Se te perdió algo, bro?-Preguntó al joven del ushanka que la observaba seriamente mientras tomaba vodka; casi instantáneamente la chica supo a juzgar por la apariencia del contrario el problema, ella llevaba una cruz de hierro con una esvástica nazi que perteneció a su abuelo.

-Oye ¿ruv?-dijo confundida al ver el apodo del contrario en su carnet, encontrando un ligero parecido entre el y el personaje por el estilo de vestir- No sé si te lo han dicho antes pero quedarse viendo fijamente a alguien es de mal educación, sé que soy una diva y por eso no puedes evitar admirarme pero es incómodo que solo te vean en silencio así que un "Hola" no vendría mal.

-Pff, ¿tú una diva?-Habló la grave voz del joven contrario en un tono burlón- Lo siento pero no hablo con nazis.

-Corrección, soy una judía nazi- Corrigió guiñándole un ojo mostrándole el broche con la estrella de David que llevaba sobre su gabardina y a la vez su apodo que era ese.

Mantente lejos pero no te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora