Tres de marzo de dos mil once.
—¡Anne, Anne, Anne! ¡Vamos, hoy es el día! ¡Dios mío! —Me despierta una Ruth nerviosa, alocada e impaciente.
Me levanto a la velocidad de un rayo y me visto con ropa cómoda. Desayunamos algo rápido y ligero y bajamos las escaleras corriendo. Esquivamos a los periodistas, firmamos un par de papeles y revistas a los fans y entramos a toda prisa en el coche de seguridad. El avión es veloz y en unas horas estamos en Los Ángeles. ¿Podéis creerlo?
Tenemos tantos planes para América:
Compondremos y grabaremos algo en Los Ángeles para el próximo álbum, ¡sí, nuestro segundo albúm! Aún recuerdo cuando grabamos nuestra segunda cover, repleta de fallos y desafines, y lo felices que estábamos. También tenemos que hacer muchas entrevistas, cosa que me apasiona y me aterra a la vez. A veces los periodistas pueden ser tan malvados... Algunos del gremio te hacen preguntas para que metas la pata o para que cuentes algo comprometido, y otros te hacen sentir como en casa, y eso es de muy agradecer. Nos han hablado de que nos espera un mánager nuevo allí. Nosotras lo llamamos: "El Mánager de América", pues aún no lo conocemos. Lo único que sabemos, es que es un hombre. Estaremos dando vueltas por América toda una semana, ¡espero poder tener tiempo para ir a Nueva York! ¡Sería fantástico conocer la gran manzana! También tenemos que hacer un par de sesiones de fotos para revistas, ¡tengo muchas ganas, en serio!Bajamos del avión y caminamos por los pasillos del aeropuerto. Los guardaespaldas nos recogen las maletas y nos indican que vayamos saliendo acompañadas de otros dos enchaquetados de negro. Mi mandíbula podría rozar el suelo si no estuviera pegada al resto de mí. ¡No me esperaba este recibimiento! ¡Para nada!
—¿Cuántas personas hay ahí fuera? —Pregunta Gemma mordiéndose las uñas.
—Incalculables, innumerables. —Dice Ruth sin apartar la vista de la multitud.
—Increíbles. —Remato.
—Os ha quedado de película. —Comenta Lucy riendo.
—Es cierto. —Todas reímos después de la frase de Ruth.
—Vamos chicas. —Nos llama un hombre de seguridad alto y musculoso. Si yo fuera una de las personas que nos esperan ahí fuera, ni de coña me acercaría a él.
—Nena, esto es América. —Dice Lucy cuando estamos en el coche de camino al hotel.— Esto en Inglaterra, incluso en Europa, sería aceptable, ¿pero en América?
—La gran pregunta es: ¿qué tenemos para que le gustemos a tanta gente? —Dice Gemma.— Yo creo que hay unas cien personas.
—Más —digo.— ¿Ciento una personas?
—¡Idiota! —Dice Lucy y se ríen.
Llegamos al hotel, he observado que tiene dos estrellas. Me conformo con poco. No necesito alojarme en un cinco estrellas. No necesito lujo. Nos asignan una habitación a cada una y nos dejan allí para organizarnos, cuando haya pasado una hora, tenemos una cita en una de las salas de reuniones de este hotel. Genial, va a ser súper divertido.
Deslizo la tarjeta blanca por el aparato metálico y la puerta de madera, y de seguridad a la vez, se abre. Mi vista capta una cama muy grande y muy apetecible, un escritorio, una televisión, un armario y un cuarto de baño. No necesito más. Subo la maleta encima de la cama y corro la cremallera. Poco a poco pongo toda mi ropa en el armario y mis neceseres en el cuarto de baño. Cojo la tarjeta y el móvil y salgo de la habitación. Bajo por el ascensor hasta la primera planta. Pregunto por la sala de reuniones y me dicen que hay cinco.
—¿Cómo que cinco? —Planto las palmas de mis manos en el cristal de la alta mesa.
—Sí, señorita. Nuestro hotel ofrece cinco salas de reuniones. —Me repite una señora de unos cuarenta años.
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El Susurro de Anne
Teen FictionPuede denominarse superación o persecución de sueños. Llame como se llame, es lo primero en lo que piensan al escuchar mi nombre. ¿Y por qué será? Un día, por alguna extraña razón, decidí cambiar mi vida. No es nada fácil arriesgarlo todo sabiendo q...