Hacer las pases

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La conocida soledad iluminaba el doloroso recorrido hacia la obscuridad, no había más que desesperanza en aquel sitio; ya no existían manos amigas, ni sueños a los cuales aferrarse. Los principales halos de luz que iluminaban aquel tormentoso camino pronto se transformaban en rayos parpadeantes que arremetían contra ella, la incesante lluvia impactaba en su visión, y el lodoso recorrido se burlaba de sus lentos avances impidiéndole continuar.

Aquella obscuridad había crecido lo suficiente para mantenerla estancada y aunque siguiera repitiéndose a sí misma que podía avanzar para llegar a lo desconocido reconoció que era un vil engaño para si misma, así como lo fue el convencerse de que aquellos halos podrían convertirse en rayos de sol que le permitieran divisar el camino con claridad y poder ver una salida de aquel vacío sin fin.

Pronto encontró el movimiento, no gracias a sus pies, lo notó gracias a las tonalidades de negro que cada vez eran más intensas, lo que significaba que aquel pantanoso suelo la guiaba hasta el fin del camino. Ahí estaba la familiar sensación de no querer levantarse mientras que la culpa clavaba sus pies en el lodoso lugar, el castigo recibido era demasiado severo para poder cargar con él, no quería avanzar sin aquellos halos, pero no podía tomarlos mientras fuesen rayos intermitentes.

...Se ahogaba

Abrió los ojos, despertando en lo conocido, notaba las luces y las figuras pasar por encima de su cuerpo una y otra vez, estaba en aquella habitación que algún día sus hijos ocuparon cuando eran unos críos; La magia que había estado presente ante aquel baile de colores ya no habitaba más en aquel sitio, las risas no podían sentirse, ni los gritos de ensueño...era parecido a una ilusión, un cuento narrado para que ella se sintiera complacida quedando con un vacío difícil de cubrir.

La revelación del obstáculo llegaría a ella en cualquier momento, recorría con la mirada aquella habitación colorida, tratando de seguir el rastro que la conduciría a la verdad.

Tenía que comenzar por el principio, así que, cuestionándose con el corazón en la mano, avanzó hacia la verdad... ¿cuál fue el objeto que obstaculizó la cercanía con sus crías? ¿Fue la cuna? ¿Fue el caballito? ¿Debió tenerlos más en brazos? ¿Debió dedicarles más tiempo? Sí solo les hubiese permitido cinco minutos aquella privación del sueño para que siguieran en su juego...si hubiese elegido aquellos libros con valores en lugar de los libros de dibujos y títeres, tal vez, no se encontraría en esta situación. ¿Debió besarlos más en contra de su voluntad porque habían crecido? ¿Debió darles más espacio? ¿Encerrarlos en su habitación y evitar que conocieran la maldad?

La culpa aceleraba las continuas ideas sobre su fracaso en la maternidad, y los señalamientos indicaban que todo era debido a ella, sepultándola cada vez más en aquel pantanoso camino.

Debió asistir menos con amigas cuando sus niños la necesitaban y pasar el menor tiempo posible al teléfono escuchando los reclamos de estas por no asistir a los viajes, eran un par de minutos, pero ese par los pudo haber dedicado a sus hijos. Debió renunciar a sus sueños con prontitud y dedicarse al hogar, poner en pausa sus actividades y realizarlas con sus hijos.

Un destello rojo que transitaba por ahí la sacudió y la lucha por salir de ahí comenzaba.

Hijos...la palabra dolía tanto como el parto, la palabra pesaba tanto como aquella barriga, los dolores en la espalda, los olores fuertes, lo que tuvo que soportar por ellos. Y no entendía el coraje que sentía al mismo tiempo de recordarles, porque aquellos monstruos le estaban dando la espalda en este momento al igual que aquellas amigas que cedieron en cuanto la maternidad llegó a ella, aquellas que aborrecían las conversaciones acerca de la leche en polvo, la pañalera y el cansancio de que nada estaba limpio. Las que no toleraron que los niños fuesen parte de sus salidas, y que las conversaciones no ofrecieran algo más de la cotidianidad en casa, ellas esperaban historias interesantes sobre viajes, la fantástica vida del matrimonio y las aventuras que se vivían día a día, pero eso era algo que Hinata no podía ofrecer, en su repertorio de temas estaba como dormir a una criatura de dos años antes de las 2:00am, o como no sentirse culpable al pedirle ayuda a tu primo porque necesitabas dormir, las aventuras sobre su matrimonio estuvieron estancadas. Ni siquiera había disfrutado de la soledad con Naruto, no habían tenido tantos momentos íntimos mas que al compartir la cena, cuando los niños ya estaban dormidos y podían hablar cinco minutos de lo que hicieron en el día antes de caer rendidos.

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