Cuando Pier regresó, encontró a Ryan sentado frente a la cama donde la beba dormía. Jugaba con sus pequeñas manitos en silencio. Los dedos de ella se cerraban alrededor de su meñique.
Pasó directamente a la otra habitación y terminó con el trabajo que su amigo había comenzado.
No terminaba de entender por qué él había vuelto a esa casa. No podía encontrarle el motivo a su decisión, pero eso no era lo único que no tenía respuesta en esos momentos.
Mientras pintaba las paredes le buscaba algún sentido a la situación pero solo logró llegar a la conclusión de que Ryan Larm se había vuelto completamente loco.
Lo vio salir de la habitación meciendo a la pequeña en sus brazos. No le quitaba los ojos de encima. Su rostro se transformaba completamente cuando estaba con ella, toda esa imagen que él había adoptado luego de que perdió a su familia, desaparecía cuando ella estaba en sus brazos.
-Ya va, reinita.-dijo cerrando la mamadera.- Ahí está, mi amor. Muy bien, Lea.
Ella puso sus manitos alrededor de la mamadera mientras lo miraba a él.
Ryan volteó al oír el ruido de una cámara tomando una fotografía.
-¿Salió bien?
-No quería....
-Lo pregunto en serio. No tengo fotos con ella.-dijo mirando a Pier con insistencia.
Él le mostró la foto y Ryan sonrió mientras se la mostraba a ella.
-¿Te gusta, reinita?
La beba rió y puso sus manitos en la pantalla.
-Creo que a Lea le gusta.-dijo Pier y tomó la mano de la pequeña.
Ambos se sentaron en la sala mientras ella terminaba su leche y hacía provecho.
-Dejé la ventana abierta y la puerta cerrada. El olor a pintura es muy fuerte todavía.
-Gracias, Pier.-dijo el joven de pelo negro y ojos verdes.
-Bueno. Tengo que irme.
-¿Nos vemos mañana?
-Claro.-respondió con una suave sonrisa.
Al parecer la beba estaba ablandando ese corazón de hierro.
-Adiós, Lea.-dijo besando la mejilla de la beba.
Mientras Pier se iba, Ryan volvió a subir a su habitación donde la bañó y la cambió con cuidado.
-Ahora papá tiene que comer.-dijo y bajó con ella en brazos para prepararse la comida.
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Arreglos
Teen Fiction-¿Qué vas a decirle cuando pregunte por su madre? -preguntó ella. -La verdad. Que estás muerta.-respondió él y apretó el gatillo. Hay secretos con un alto precio. Ella ocultaba algo, él lo sabía. Lo único que pedía a cambio de su silencio era no te...