ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙

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"Es todo falso. Todo en el mundo es falso. El césped del campo de fútbol ni siquiera es césped... es plástico... Y toda la gente es falsa... Pero tú me gustas. Y eso no es falso..."

-Wilhelm a Simon, Young Royals

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- 161 DG

"Perrito"

Antes de que Kuzon pueda escucharlo, Iroh está aproximadamente cinco pasos delante de él mientras corre hacia una pareja que camina en la dirección opuesta con un Akita Inu absurdamente adorable a cuestas.

"¿Puedo acariciarlo?" - escucha al joven príncipe preguntar tímidamente antes de arrodillarse para saludar la radiante y enérgica bola de pelos a sus pies.

El parque Zoryu está sorprendentemente vacío a esta hora del día, casi con certeza debido a la reciente ola de frío de finales de otoño. Una brisa fresca susurra entre las ramas de los árboles que bordean el desgastado camino de tierra. Kuzon se estremece mientras se sube la cremallera de la chaqueta. "Como es posible que haga tanto frio en la maldita capital" , piensa.

Justo más adelante, Iroh conversa cómodamente con los dueños, y Kuzon se maravilla de cómo esto , de todas las cosas en el mundo, es lo que logra que el príncipe hable con extraños sin parecer un triste y deprimido adolescente.

La pequeña criatura de cuatro patas claramente disfruta de la atención. Su cola se mueve con emoción mientras se para sobre sus patas traseras y se inclina para lamer la cara de Iroh. El príncipe cierra los ojos con fuerza, echa la cabeza hacia atrás y se ríe como un niño pequeño: un sonido pleno, espontáneo y hermoso.

Kuzon siente como el calor sube a su rostro. Estúpido y hermoso bastardo. Honestamente, es injusto la forma en que los moribundos restos del sol poniente iluminan el rostro sonriente de Iroh, resaltando cada rasgo juvenil y atractivo. Observa cómo Iroh pasa sus manos por todo el perro, rascándole detrás de las orejas y bajando por el cuello, y de repente Kuzon se pregunta cómo sería si él e Iroh adoptaran a un perro juntos algún día.

Aparta ese pensamiento de su cabeza inmediatamente. Odia esto, odia cómo su patética e hiperactiva imaginación se ha acostumbrado a conjurar escenarios hipotéticos de ellos dos para perseguirlo.

Iroh, sobre el papel, es todo lo que a Kuzon no le debería gustar. Asquerosamente rico, uno de los 5 mejores de toda la academia, que se levanta a las cinco de la mañana para practicar fuego control y se acuesta no más tardar a las diez de la noche, que lee libros de historia y visita tiendas de té en su tiempo libre. En resumen, el chico rico de dieciséis años más increíblemente aburrido del oeste del mar Mo Ce.

Y, sin embargo, en los aproximadamente seis meses que lleva conociendo al príncipe, Kuzon ha comenzado a darse cuenta cada vez más, con horror, de que ya no puede considerar la idea de una vida sin él.

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"Lo siento, me dejé llevar hace un momento" - dice Iroh después de separarse de la pareja.

Kuzon niega con la cabeza. "Necesitas una distracción", responde con una sonrisa. Eso es un eufemismo. En las últimas dos horas que han deambulado por el parque, Iroh se ha detenido en al menos seis ocasiones distintas para acercarse y acariciar prácticamente a todos los perros dentro de un radio de veinte metros de él. A Kuzon no le importó las primeras veces, pero ahora que empieza a oscurecer afuera, se da cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo.

Una ráfaga de viento pasa a su lado mientras se dirigen hacia la salida del parque, y Kuzon se mete las manos en los bolsillos y se estremece. "Realmente debería haber traído un abrigo más grueso".

Las líneas que cruzamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora