Sería un velero en la isla...

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—¿De verdad hizo eso?— preguntó Juani con una sonrisa gigante mientras caminaba con Felipe por la calle.

—¡Sí! Y luego encontré mi remera del River unos días después. El maldito de Andy la había escondido en su cuarto.— continuó Pipe con su anécdota, gesticulando con las manos.

—Tus amigos suenan encantadores.— comentó Juani mientras doblaban otra esquina más, sacó sus manos de sus bolsillos y las juntó un rato, creando fricción en un intento de protegerlas del frío.

—Déjame a mi.— murmuró Felipe antes de pararse en seco y tomar con delicadeza las manos de Juani. Las envolvió con las suyas propias y las mantuvo ahí un rato.

Juani nunca sabrá si fue queriendo o no pero Pipe se acercó más a él, y por un momento le pareció que el pelinegro lo iba a envolver con sus brazos.

Juani no sabía que sentir al respecto. Tras un momento de contacto visual en el que a Juani le pareció que Felipe lo miraba de una forma dulce, tal vez demasiado dulce, apartó la mirada.

—¿A dónde vamos ahora?— preguntó Juani que trataba de romper la tensión que se había armado en el aire.

—A dónde vos quieras.— murmuró Pipe que seguía apretando las manos del mayor entre las suyas.

—¿Seguimos caminando?— carraspeó en más bajo.

—Dale.— el pelinegro retiró sus manos en un ritmo pausado que hizo a Juani querer gritar.

¿A qué estaba jugando? El cantante de verdad no entendía.

Siguieron caminando por las frías calles que parecían envolverlos, que al ser domingo no estaban tan llenas. Hablaban, jugaban y reían, de vez en cuando el castaño tocaba la rosa que Felipe le había regalado y que había guardado en su bolsillo más grande, había algo reconfortante en su peso.

De alguna manera llegaron a las puertas del hotel donde se hospedaba Juani, a eso de las 8 de la noche.

—Me encantó salir con vos.— dijo Felipe y luego después de una pausa continuó.— Ojalá podamos hacerlo de nuevo.

La piel de Felipe se había puesto pálida y su nariz estaba rosada, a pesar de lo abrigado que estaba. Juani probablemente se encontraba en una situación parecida, pero el si se sentía helado. Hace un rato había empezado a temblar ligeramente y su aliento salía en vapores visibles en lo efímero del viento.

Felipe al ver eso lo abrazó y le dijo. —Deberías entrar. Te vas a enfermar.— a pesar de que sus brazos estaban estrechamente apretados en un intento de cubrir al de rulos lo más que podía.

—Estoy cómodo así.— musitó Juani que enterró su cara en el pecho del más alto.

Pipe solo se rio y lo soltó. —Entra, de verdad. Tienes que estar sano para seguir con tus eventos.

—Debes de tener frío. — soltó Juani volteándose antes de entrar.

—Solo un poco. Estoy acostumbrad...

—Toma.— el más bajo se sacó la bufanda y la depositó suavemente en el cuello de Felipe, dejándole la desición de si usarla o devolvérsela.

—Está bien, gracias.— Felipe le sonrió de lado y se la envolvió en el cuello.

Juani se volteó, en un estado de pánico o de breve incomodidad social, le dió un abrazo rápido y antes de que Felipe pudiera responder entró casi corriendo al hotel.

Escuchó la risa de Pipe y su suave "hasta luego" mientras cruzaba las puertas.

Subió al ascensor y se recostó contra la firme pared de metal que tenía un espejo.

—Uff.— dijo en voz audible para si mismo. —Nada de coqueteo, eh. Soy súper bueno cumpliendo mis promesas.

Suspiró y se dejó de recostar contra la pared. Sacó la rosa de su bolsillo, que estaba ligeramente maltratada y rodó el tallo lentamente entre sus manos.

Sacó su celular rápidamente, antes de salir a pesar de que ya habían llegado a su piso, se tomó unas fotos rápidas con la rosa y el espejo del ascensor.

Antes de poder arrepentirse subió una a Instagram. No le puso música, y en la descripción solo escribió: ojos azules, eh.

Camino hasta su habitación, giró la llave y vio a Esteban y Blas en literalmente la misma posición en la que los había dejado.

—¿No se han movido las 5 horas que me fui?— preguntó Juani alzando las cejas.

—Claro que nos movimos, fuimos a almorzar a un restaurante, fuimos al cine, conocimos a el dueño de una pastelería en la cuadra. Pero nos moríamos por saber a qué hora volvías de tu cita.— declaró Blas que volvía a estar desparramado en la cama.

—No es una cita.— murmuró Juani mientras cerraba rápidamente el bolsillo donde se podía ver un pétalo de flor.

—Tu Instagram me dice lo contrario.— canturreó Kuku que le mostró la foto que acababa de subir, que ya tenía 15.000 likes.

—Cállense, no pasó nada.— soltó Juani mientras se quitaba el abrigo, y por último, rindiéndose, dejó la rosa con cuidado en el escritorio ante la mirada atenta de sus amigos.

—No es una cita e igual le dio rosas, todo un caballero.— dijo Blas mientras se volteaba en la cama y se recostaba sobre su estómago con las piernas dobladas, imitando a una adolescente enamorada.

—Oye, ¿y tu bufanda roja?— preguntó Kuku, que ya se había dado cuenta de ese detalle.

—No sé.— respondió ahogado Juani, sabiendo que si decía que se la había dado al otro ojiazul lo iban a molestar más.

—Oh, yo sí sé.— dijo con sorna un sonriente y sorprendido Blas que miraba la pantalla de su celular. —Pipe acaba de subir una historia con una bufanda roja. Sospechosamente familiar, debo añadir.

—¿Cómo son tan rápidos? Ni 5 minutos he estado en la habitación y ya saben hasta de lo que hablamos.— el castaño de rulos decidió que la opción más viable mientras se quejaba era sentarse en el suelo, con la espalda apoyada contra la puerta.

—¿No habrás subido una foto con esa bufanda tan reconocible, no?— preguntó Kuku, que ya buscaba las maneras en las que pudieran conectar a su amigo y al chico con el que acababa de salir.

—Creo que hay otro problema.— dijo Blas que ahora se mostraba realmente inquieto.

—¿Cuál?— preguntó Juani mientras agarraba una bebida del freezer.

—O hay 2 Felipes o el tuyo acaba de ir a darle flores a Isa.

Flores para Juani (JuanixFelipe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora