Agridulce || Katelena/Bishova

Capítulo 25

Knock. Knock. Knock.

Knock. Knock. Knock. Knock. Knock.

Knock. Knock.

A regañadientes, Kate se levantó de su cama, y con solo un ojo abierto vio como Lucky dormía placidamente, sin ser molestado por el incesante sonido de la puerta.

Knock. Knock. Knock.

La pelinegra estaba lista para gritarle en la cara a cualquiera que haya interrumpido su sueño de belleza. Más bien, su bello sueño, con cierta belleza rubia. Pero dicha belleza era justamente la causante de tal interrupción.

Yelena estaba en su puerta, en caso de que no haya quedado lo bastante claro.

— ¿Qué haces aquí?

— Buen día para ti también, Kate Bishop. — dijo sonriendo, e intentando no reír ante la vista.

— ¿Día? — miró hacia la ventana al final del pasillo. — Aun esta oscuro. — protestó.

— Invierno, amanece tarde. — encogió los hombros.

— ¿Qué pasa? — dijo aun cansada, se abrazó asi misma por el frío. — ¿Estás bien? 

— Si. Solo quería despedirme. — ante esto, todo cansancio abandonó el cuerpo de Kate y abrió los ojos con sorpresa.

— ¿Te vas? — la rubia asintió, evitando su mirada. — Por favor dime que no es por-

— No. — se apresuró a interrumpir. — No, es solo que mis padres consiguieron un vuelo. Y aun estamos a tiempo de pasar año nuevo juntos.

— ¡Eso es genial! — sonrió genuinamente emocionada. — Me alegro de que hayan podido viajar. ¿Ya llegaron? ¿Estan aqui? Puedes decirles que vengan a desayunar si-

— No, Kate. — puso sus manos sobre el pecho de la pelinegra cuando esta intentó salir de su cuarto. — Gracias, en serio. — sonrió, para que no se sintiera tanto el rechazo. — Pero con Nat iremos por ellos al aeropuerto, y aun tenemos unas cuantas horas más de viaje por carretera.

— ¿No se quedan en New York?

— No. 

— Oh. Esta bien. — intentó que su decepción no se notara tanto. 

— ¡Kate! — Nat llamó su atención, mientras cerraba con delicadeza la puerta del cuarto de Wanda. 

— Escuché que te vas. ¡Al fin! 

— No te abuses Katherine, aun estas en la cuerda floja conmigo. — señaló desafiante, pero finalmente la abrazó.

— ¡Que bueno que siempre quise ser equilibrista! 

— Algo me dice que te iría bien en el circo. — se burló la pelirroja.

— La que parece salida del circo eres tú. — señaló Yelena y Kate dejó salir una carcajada, que Natasha no comprendió. — Me muero por ver como le explicas a Alexei y a Melina estas marcas. — tomó el mentón de su hermana y lo levantó, exponiendo su cuello.

— ¿Qué?

Sin previo aviso corrió al interior del cuarto de Kate, la pelinegra tuvo que encender la luz ella misma para que Natasha pudiera tener una buena vista en el espejo.

— ¡Yelena! ¡Melina me matará!

— ¿Y por qué me gritas a mi? — dijo riendo, con los brazos cruzados y apoyada en el marco de la puerta. — Yo no fui la que lo hizo.