//Sucesos borrosos//

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Abrió los ojos, y lo primero que lo recibió fueron los rayos luminiscentes provenientes del sol, se sentó en el futón mientras que con su mano izquierda tomaba su frente frunciendo el ceño por la horrorosa jaqueca que sentía, consecuencia de haber bebido tanto la noche pasada, era esa famosa resaca mañanera.

Akaza nunca fue de esos de tomar continuamente, por eso su cuerpo se sentía tan desorientado debido a que no estaba adaptado a la sensación. Se levantó con dificultad del futón e hizo la misma rutina matutina de todos los días, sin embargo, había un pequeño detalle que le molestaba; un extraño dolor en la cadera le impedía moverse con normalidad.

Posiblemente habría hecho alguna estupidez cuando estuvo borracho y consecuencia de ello el dolor, no recordaba nada de lo pasado la anterior noche, nada más recuerda su pelea con la segunda creciente y de ahí en adelante su memoria se torna borrosa y confusa.

Posiblemente habría hecho alguna estupidez cuando estuvo borracho y consecuencia de ello el dolor, no recordaba nada de lo pasado la anterior noche, nada más recuerda su pelea con la segunda creciente y de ahí en adelante su memoria se torna borro...

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- Mierda...- Pensaba un pelirrosa que se encontraba al frente de la residencia de la señora Akane.

Desde que Akaza se enteró de que la segunda creciente había sido el responsable de la desaparición y muerte de la joven Aneko, Akaza ha estado un poco acomplejado dado que no tenía ni la más mínima idea de como comunicarle a la señora Akane que su hija mayor antes mencionada se hallaba muerta.

Tenía que sacar fuerzas de donde no tenía para darle la fuerte noticia a la mujer mayor, sería egoísta de su parte no hablarle de ello a la anciana y dejarla con la incertidumbre que carcomía a la mujer desde adentro. De cualquier modo la señora Akane iba tener que afrontar esa noticia con madurez. Por su lado, Akaza comprendía de algún modo el dolor que estaba a unos escasos momentos de experimentar la señora, lo entendía ya que él lo sintió en carne propia cuando le fue arrebatada su prometida Koyuki.

El pilar ingreso dudoso a la propiedad y anduvo deambulando durante un tiempo hasta que se topó con la señorita Jun.

- Joven es un gusto volver a verlo, ¿viene en busca de la señora Akane?

- Así es.- Respondió el de ojos ámbar.

- Bien. Sígame, por favor.

Caminó detrás de la fémina hasta que llegaron al aposento de la mayor, Jun tocó la puerta suavemente y la abrió.

- Señora Akane, el joven ha vuelto.- Enunció la chica.

- Señora, disculpe la molestia, pero he conseguido la respuesta respecto al paradero de su hija mayor.- Dijo Akaza ganándose así la atención de la anciana.

- ¿Y bien? ¿Dónde está mi hija?- Miró a los ojos al pilar con un leve brillo que irradiaba esperanza que por algún momento se creyó extinta.

- ¿Joven qué sucede?- La anciana se comenzó a preocupar dado que el menor no le contestaba y se limitaba a ver el suelo entristecido.- ¿Qué es lo que ocurre? ¡Dígame! ¡¿Tiene idea de qué se siente perder a alguien y no saber si lo volverá a ver?! ¡RESPONDA JOVEN POR FAVOR! ¡Hábleme!... se lo ruego.- Cayó de rodillas al suelo e inició a sollozar a los pies del pelirrosa.

¡Maldito Demonio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora