Cápitulo uno: La forastera.

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SU MAESTRA le tendió la mano para ayudarla a levantarse del suelo. Sacudió el polvo de sus túnicas blancas y soltó una risa cuando notó que Phoenix se reía descaradamente de su caída. Artoo lanzó un pitido, y Aurora lo interpretó como una risa.

—¿Lo vas a volver a intentar? —Le preguntó la maestra Wisteria al ver como recogía del suelo su sable de luz.

—Yo nunca sé cuando rendirme...— Rió y la luz azul de su sable hizo contraste contra el blanco de sus túnicas.

Aurora se lanzó hacía su maestra blandiendo su sable en alto, provocando que la hoja de su sable choque con el de Phoenix. En un movimiento ágil, la maestra Phoenix Wisteria logró escapar de la trampa que su padawan le tendió y de un golpe hizo que su aprendiz caiga de rodillas al suelo. Aurora usó su sable como escudo y rápidamente se puso de píe.

El combate entre maestra y Padawan hubiera seguido por otra medía hora si las puertas de la arena del palacio de Naboo no se hubieran abierto abruptamente, dejando ver al capitán Typho entrar a paso apresurado.

Aurora y Phoenix se detuvieron rápidamente y miraron al capitán en cuanto este estuvo frente a ambas Jedi.

—Maestra Wisteria, joven Greenbriar, la senadora Amidala requiere de su presencia en la sala del trono...

—¿Está todo bien, capitán? —preguntó la maestra Jedi, apagando su sable de luz.

—Se trata de un asunto interno, maestra... Me temo que no dispongo de la información que usted solicita...

—Entiendo...En breve nos reuniremos con la senadora, muchas gracias capitán.

Typho se fué de la arena y Aurora miró a Phoenix, con curiosidad.

—¿Qué crees que habrá sucedido? —Preguntó.

—No lo sé, pero el capitán no se veía alterado, no creo que nada malo haya sucedido... De todas formas, debemos apresurarnos...



Naboo era un planeta precioso y no había ojos que lo pudieran negar.

Aurora se sentía afortunada de que su entrenamiento Jedi haya sido en un lugar tan hermoso como lo era Naboo, sin embargo había una sensación agridulce en su boca cada vez que recordaba como Mace Windu y Yoda básicamente se habían desecho de ella como si su sola presencia en el templo Jedi se trata de una amenaza a la fuerza.

Hasta cierto punto, lo comprendía. Ella era la Jedi forastera, aquella traída por la fuerza en circunstancias desconocidas, y adoptada bajo el cuidado del fallecido Qui-Gon Jinn, cuyas creencias sobre la fuerza tendían a ser bastante cuestionables en los severos ojos del consejo. Su existencia en la fuerza era un misterio que ni los holocrones guardados en la biblioteca del templo Jedi podía descifrar. No había rastro, dato o registro de la existencia de Aurora en la fuerza, y sin embargo, ella estaba ahí, entrenando con maestra Wisteria, sintiéndose cada día más fuerte en la fuerza y reafirmando su vínculo con ella con cada acción.

Fué difícil abandonar Coruscant cuando se vió forzada a hacerlo, sin embargo, si tenía que poner en una balanza el ser entrenada en Coruscant, bajo la mirada amenazante del maestro Windu, o en Naboo, donde Phoenix prácticamente la había criado como su hija, lejos de él restrictivo estilo y las asfixiantes reglas que en el templo todos los iniciados y los padawans debían seguir.

En Naboo era libre. Era libre y podía estar cerca de Padmé, a quien le debía mucho más que la vida.

—Senadora Amidala —Dijeron ambas Jedi al mismo tiempo mientras Padmé se acercaba hacia ellas. Artoo seguía el paso de Aurora a donde ella se dirigía. Parecía que Padmé acababa de terminar una reunión con la reina.

Wide Awake - Anakin SkywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora