Al día siguiente y después de un gran recorrido por la aldea y de largas explicaciones de Balaam, se estaba poniendo el sol y era hora de ir al lugar en el que pasarían la noche. Mientras caminaban hacia la posada a Ekuneil le surgió una duda.
- Disculpa Balaam, ¿por qué mejor no nos alejamos de todos estos problemas y sistemas complejos?, ¿no es mejor permanecer en la aldea y preocuparnos solo por nosotros? - Preguntó Ekuneil.
- No es tan sencillo. Gracias a que comerciamos y nos involucramos con otras aldeas podemos adquirir productos y aprender cosas que estando encerrados en la aldea sería imposible obtener. Además, nunca sabes cuándo puedes necesitar a un aliado que luche a tu lado. - Respondió Balaam.
- Entiendo, comerciar con otras aldeas mejora la calidad de vida de nuestra gente y aumenta las posibilidades de supervivencia.
A pesar de que Ekuneil realmente entendió la explicación, la respuesta de Balaam lo hizo enfadar, pero el semblante de su rostro permaneció sereno.
- Exacto, aprendes rápido muchacho. - alabó sonriente.
Ekuneil sentía un profundo desprecio por Balaam, pero sabía que por el momento no podía decirle nada. Él prefería buscar otra alternativa para deshacerse de aquel que había destruído todo su mundo.
(•••)
Estaban sentados compartiendo la comida, ya habían pasado varios días desde que dejaron la comunidad Koyala y desde entonces se preguntaba por la princesa, sobre qué estaría haciendo en estos momentos. No la quería pero tampoco la odiaba, porque tenía claro que ella era inocente de todo lo que su padre cargaba. Nadie más que él merecía pagar las consecuencias de sus actos pasados.Consideraba a Huaáneri como alguien menor que solo le serviría para llevar a cabo sus planes.
- ¿Te sientes cómodo? - la pregunta de Balaam lo sacó de sus pensamientos.
- Sí señor, ¿por qué?
- Te veo pensativo, espero que no sean preocupaciones por mi hija.
Él sonrió de verdad, porque era cierto que estaba pensando en ella pero no de una forma romántica o parecido.
- Es solo que quisiera saber si se encuentra bien. - le respondió.
- Entiendo tus pensamientos, mi hija es hermosa e inteligente. Ella debe de estar bien junto a las demás, no te preocupes y más bien concéntrate a lo que vinimos. Cuanto más rápido resolvamos este asunto, más pronto volveremos a casa. - palmeó su hombro tratando de reconfortarlo.
Pero en la mente del muchacho solo había una palabra; venganza. Aquel sentimiento nunca se iba y en la noche mientras dormían, se le pasaba la idea de envenenarlo o ahorcarlo con sus propias manos pero no podía ser tan evidente y estúpido, porque todos sabían que él era el siguiente en el linaje de liderazgo por contraer matrimonio con una princesa, así que seguramente pensarían de inmediato que fue él quien asesinó a Balaam y todo le saldría mal. Al fin y al cabo eso era lo que Ekuneil quería, pero quería seguir viviendo para poder saborear la paz que seguramente eso le traería.
Debía ser paciente y esperar el momento adecuado para actuar y que todo saliera limpio.
Por la noche cuando ya se encontraban dormidos, varias personas hacían allanamiento en busca de los líderes. Ellos aprovecharon el estado inconsciente y relajado de todos para poder entrar sin ser detectados tan fácilmente y habían logrado interrumpir a los que hacían guardia. Habían diferentes chozas pero algunos conocían muy bien cuál era la de cada quien.
Definitivamente, era obvio que algunos miembros de esa misma comunidad no estaban de acuerdo con todo lo que estaba pasando y afirmaban que era culpa de Naran todas las desgracias que estaban surgiendo a raíz de la escasez. Tenían el pensamiento de que a él no le faltaba nada mientras su pueblo empezaba a padecer, por lo que se organizaron para hacer un ataque. Incluso exiliados de otras comunidades se unieron al grupo de aldeanos inconformes, aprovechando este momento de debilidad como una oportunidad para empezar de nuevo y de una vez desquitarse por todas las penurias que pasaron gracias a su exilio.
Ekuneil estaba dormitando, pero parte de su cerebro se mantenía alerta porque temía por su seguridad y era obvio que Balaam se daría el lujo de relajarse, y en cierto momento escuchó ruido afuera. Ellos eran sigilosos pero Ekuneil había pasado años entrenando todos sus sentidos para sus planes. Se supone que todos estaban durmiendo y el ruido solo le alertó, pero no quiso agitarse sin antes estar seguro, por lo que con cuidado se asomó por la hendidura que funcionaba como puerta y echó un vistazo logrando tranquilizarse un poco al no ver nada inusual, así que volvió a acostarse.
Minutos después, cuando volvía a conciliar el sueño, fue cuando nuevamente escuchó movimiento esta vez más cerca, por lo que descartó que fuera producto de su imaginación. Volvió a asomarse sin querer despertar a Balaam que parecía seguir en un profundo sueño. Ésta vez alcanzó a ver a alguien cruzar desde la choza contigua a la suya. Se asustó pero pensó que sería alguien que quizá se había levantado a orinar. La paranoia estaba acabando con su cordura.Ekuneil decidió quedarse unos segundos a observar a través de la hendidura para descartar del todo que no sucedía nada raro. Pero en esta ocasión se percató del brillo que reflejó un metal a la luz tenue de la luna. Asustado, se alejó de la entrada y buscó entre sus cosas su arco de caza, cuando de repente se oyen unos gritos provenientes de la choza vecina y se escuchó un gran alboroto.
Balaam despierta con el ruido y un poco aturdido toma su espada y le indica a Ekuneil que lo cubra con su arco mientras van a la choza de Naran, ya que era su amigo y además una persona de influencia. La muerte de éste líder causaría un desequilibrio jerárquico ya que no había heredero ni prospectos para el liderato de la aldea de mayor importancia.
En el calor de la lucha, Balaam eliminó a muchos rebeldes y fue cuando Ekuneil entendió el porqué Balaam era el líder de los Koyalas, pero no pudo evitar pensar que de esa misma forma eliminó a muchos de los Günatyz. Así que con ira acumulada en su interior, aprovechó un momento en el que se enfrentaba solo a dos de los atacantes para dispararle una flecha por la espalda. Balaam se refuerce pero en el momento no se entera de quién fue el que lo hirió. Se volteó y se dio cuenta de que Ekuneil, el próximo líder de la comunidad que le fue otorgada por derecho y futuro esposo de su hija, lo estaba traicionando.
Ekuneil respiraba con rapidez mientras le apuntaba con otra flecha. Balaam estupefacto cae de rodillas por un golpe en su espalda justo dónde estaba la flecha. Esta fue retirada de su cuerpo con fuerza haciendo que él agonizara de dolor. No entendía por qué Ekuneil en vez de ayudarlo, parecía estar en su contra.
- No mereces más que morir como aquellos que han derramado su sangre en tus manos. - expresaba con odio.
Nadie lo atacaba, porque fueron testigos de cómo estaba quitándole la vida a un líder por su propia cuenta.
- Tú… Debí saberlo. - le dijo Balaam con voz queda, mientras los delincuentes que lo estaban atacando salían corriendo para seguir haciendo disturbios en otro sitio. Allí, ya había alguien ocupándose.
- Esto apenas comienza. Hubiera deseado que siguieras con vida para que presenciaras el acto cruel que tengo preparado para tu amada familia. - se inclinó para hablarle solo a él. - Tú destruiste a la mía, ¿no crees que es algo justo? - volvió a levantarse. - Me haré un favor y no te mataré de inmediato, eso sería tener piedad de ti…
Con decisión se retiró dejando a Balaam gravemente herido, pensando con seguridad que de esa manera no saldría vivo.
Ekuneil estaba decidido a regresar a la aldea Koyala con la noticia de que Balaam había muerto a manos de unos rebeldes, pero algo en su interior no lo dejaba tranquilo. Estaba consciente del hecho de que Balaam a pesar del disturbio decidió ir a la choza de Naran. Si Naran moría, estallaría una guerra por el poder y control de la zona, las cosas se complicarían más de lo que ya estaban y una guerra se desataría cobrando la vida de inocentes como una vez lo fueron los Günatyz. Así que, a pesar de querer salir de allí lo antes posible, fijó su rumbo hacia la choza de Naran.
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Hijo de Luna.
FantasiaDe un amor imposible surje una petición sagrada a la madre Luna; tu primogénito a cambio de poder estar con la persona que amas. Confusión, temor e ira, son lo que llevan a esta pareja a la destrucción pero la historia debe continuar. Una historia...