Capítulo 23: Girasol

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La noche había sacudido por completo la ciudad, dejando en él una sensación de paz al regresar a su departamento. Allí, frente a sus ojos, se encontraba aquella increíble y majestuosa obra de arte que ahora parecía tener un nuevo significado. Antes le había provocado confusión, pero ahora, al recordar la noche que había pasado junto a Dulce, le regalaba la sonrisa más amplia que jamás hubiera imaginado. Decidió que ese cuadro debía permanecer en su hogar, como un recordatorio constante de aquel momento especial. Con determinación, se puso manos a la obra. Movió los muebles de la sala para crear un espacio amplio y vistoso. Quería que el cuadro fuera lo primero que alguien viera al entrar por la puerta, y mucho mejor si ese alguien era ella. Con empeño en su cometido, lo colgó con cuidado en la pared, asegurándose de que quedara perfectamente centrado y en un lugar destacado. Satisfecho con su trabajo, se dejó llevar por la serenidad de la noche y se retiró a su habitación. Allí, se sumergió en el confort de su cama, sintiéndose en paz consigo mismo y con la certeza de que aquel gesto no había sido en vano.

A la mañana siguiente, las carcajadas provenientes de la sala resonaron en sus oídos, sacándolo rápidamente de su sueño. Decidió que era hora de comenzar el día. Con muchos pendientes por resolver en la comodidad de su hogar, se vistió con rapidez y salió de su habitación. Al salir, se encontró con Diego y Luna, quienes estaban jugando mientras tomaban el desayuno antes de ir al colegio. La escena lo conmovió profundamente y hasta logró arrancarle una risa leve al verlos tan felices. Para él, era un magnífico día, nada podía estar mejor. Sin embargo, el sonido del timbre a esa hora tan temprana no era normal, lo que lo sacó de sus pensamientos. Se dirigió apresuradamente hacia la puerta y, al abrirla, se encontró con un abrazo afectuoso de Pablo, lo cual lo tomó por sorpresa. La confusión lo invadió por completo en ese momento, impidiéndole articular ni una sola palabra. Pablo se adentró de inmediato en el departamento, quedándose parado en medio de la sala y observando el cuadro con detenimiento, sumergido en sus propios pensamientos. Ante esta escena, Christopher, Diego y Luna se miraron entre sí, intentando comprender la inesperada visita de Pablo y su extraño comportamiento.

Pablo experimentó una incomodidad que le resultaba difícil de explicar al ver aquella pintura en la pared. Algo en ella parecía estar fuera de lo habitual, despertando una sensación de desconcierto en su interior. El enorme girasol junto con la puesta de sol evocaba recuerdos vagos que comenzaron a deslizarse por su mente de forma intrigante. En ese momento, Pablo se encontraba sumergido en una especie de interrogante interno. No comprendía por qué el cuadro estaba allí ni qué significaba para él. Sin embargo, eso no lo detuvo en su intento de analizar cada detalle minuciosamente. Lo observaba con una mezcla de incertidumbre y curiosidad, tratando de descifrar su enigma. De repente, un recuerdo de un día en la oficina de su ex esposa lo golpeó con fuerza. Había visto un gran girasol, su flor favorita, y al preguntarle al respecto, ella simplemente mencionó que no podía creer que después de dieciséis años de matrimonio él no lo supiera. Esa declaración no había tenido una explicación lógica en ese momento, y ahora, al recordarla, sentía que algo importante se le escapaba entre los dedos. El pensamiento de su ex esposa lo llevó a recordarla con tristeza, haciendo que la intuición se apoderara de su razón. Aunque trató de resistirse, su mente comenzó a buscar conexiones entre el cuadro, su amigo y su ex esposa. A pesar de que no parecía tener mucho sentido para él, su rostro se transformó en una expresión oscura, vacía y llena de resentimiento. En ese instante, comprendió que debía hacer algo más por su matrimonio y por esa mujer que no dudaría en burlarse de él frente a sus narices.

En una fracción de microsegundos, Pablo analizó la posibilidad de que pudiera haber alguna conexión entre el español con el que Dulce había estado saliendo últimamente y aquel cuadro. Recordó haberla visto con él en el hospital durante el accidente de Luna, y en un instante, una mezcla tumultuosa de odio, rabia y celos se apoderó de él. Podía sentir cómo su sangre hervía en sus venas, mientras su mente se llenaba de pensamientos oscuros. Sin embargo, una voz interior le recordó que su amigo no tendría ninguna relación con el cuadro, al menos no debería tenerla. Quizás, el cuadro tenía alguna conexión con Luna en lugar de su amigo. Esta idea le ofreció un atisbo de alivio en medio de su tormento emocional, lo suficiente para sacarlo de ese abismo de sentimientos oscuros en el que se encontraba sumergido. Decidió que era el momento perfecto para alejarse de esos pensamientos negativos y centrarse en encontrar una explicación más racional y menos cargada de emociones, pero por su cuenta, en este momento debía volver a la realidad.

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