Mew Suppasit está más allá de la redención.
Como Capo de la Cosa Nostra, gobierna con una mano brutal sobre su territorio... un territorio que la 'Ndrangheta de Chicago infringió.
Ahora Mew está buscando retribución.
Una boda es sagrada, robar a un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi corazón ardía de emociones. Ferozmente. Mew había declarado su amor por mí. Algo que nunca había considerado una posibilidad.
Este alfa cruel era dueño de mi corazón, y no lo quería de ninguna otra manera.
El beso de Mew fue violento, duro. Entonces se retiró.
Metió su mano al bolsillo de su pantalón y saco una cajita de terciopelo celeste muy pequeña. Mi corazón pareció detenerse cuando la abrió y un precioso anillo con un enorme diamante en forma de corazón brillo.
¿Cuánto tiempo había llevado ese anillo con él?
— Cásate conmigo.
Me quedé helado. Había sido una orden. Mew no era un alfa que pedía nada. Me recosté contra la pared lentamente, evaluando sus ojos.
No me dejó retirarme. Me besó nuevamente pero más gentil.
— Cásate conmigo, ángel.
Todavía no era una pregunta, pero su voz ya no era dominante. Era suave, convincente, cruda.
— ¿Ser un Suppasit? — murmuré contra sus labios.
— Ser un Suppasit. Ser mío.
Sonreí.
— He sido tuyo durante mucho tiempo.
— ¿Eso es un sí? — preguntó, su mano deslizándose por mi muslo externo, acariciándome, distrayéndome.
— Sí — susurré.
La sonrisa que decoró su rostro solo podía describirse como soñadora. Tomó mi mano y beso cada uno de mis dedos antes de arrodillarse ante mí. Mi aliento se quedó atascado en la garganta, casi estuve tentado a parpadear para asimilar lo que veía ante mí.
Mew Suppasit. El capo mas cruel y temido de Las Vegas, estaba arrodillado por mí.
Sacó el anillo de su caja y volvió a besar mi mano antes de colocar el anillo en mi dedo. Contempló mi mano adornada con la joya y suspiro antes de devolverme la mirada. Sabía en lo que estaba pensando, porque yo estaba pensando en lo mismo.
