19 - Ceremonia

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- ¿Aylah, que estás haciendo aquí? – preguntó una voz femenina interrumpiéndolos de repente – Bethel ha puesto el castillo patas arriba buscándote

Kadir alzó la vista hacia la mujer que acababa de llegar. Por un instante quedó atontado por su presencia, como si en vez de alguien mortal se tratara de una diosa. Facciones delicadas, cabello rubio recogido en un sencillo peinado y profundos ojos púrpura. Su blanco y delicado cuello estaba al descubierto, al igual que sus hombros. El vestido dorado que usaba tenía transparencias de encaje dorado bajo el busto y sobre su generoso escote, esto provocaba la sensación de que dejaba ver bastante de su piel y al mismo tiempo cubría lo suficiente como para dar rienda suelta a su imaginación. Kadir pudo sentir como su cara enrojecía de repente ante semejante visión.

- ¿Mamá?

Un momento ¿Aylah? ¿Acaso ese no era el nombre de su futura esposa? ¿Entonces esta hermosura de mujer era su suegra? Si ella era la madre de Aylah entonces era... Bajó la cabeza en una solemne reverencia, debía mostrar respeto ante una de los mejores caballeros de reino, heroína de la batalla de Bristhell y ganadora de varios torneos de espada de gran renombre.

- Es un honor estar ante su presencia princesa Leydha

- Es un placer que haya decidido acompañarnos Lord Kadir – dijo con una bella sonrisa – y tú pequeña traviesa, vamos a arreglarte un poco ¿qué pensará tu futuro esposo si te ve en semejante facha? – añadió guiñándole un ojo a Kadir de modo cómplice

Kadir se sentía emocionado, ella lo conocía, sabía quien era. Su corazón latia a demasiada velocidad dentro de su pecho.

- Tu prometido ya debe estar esperando en la capilla – dijo mirando de manera significativa a Kadir – está ubicada detrás del patio principal, ya su familia debe estar esperando allí – añadió sacando a la niña del lugar

Kadir dejó salir todo el aire que había contenido en su pecho sin darse cuenta. Esa pequeña niña en el futuro podía ser tan o más bella que su madre. Se la imaginó por un instante dedicándole una sonrisa, sacudió la cabeza tratando de eliminar esos inútiles pensamientos. También quería que su futura esposa fuera alguien inteligente, no una noble superficial, más concentrada en comprar vestidos y en eventos sociales que en las cosas realmente importantes de la vida. Bueno si también era hermosa no era algo que definitivamente lo molestaría, pensaba mientras sacudía el cabello en la parte trasera de su cabeza, algo que solía hacer sin darse cuenta cada vez que se sentía nervioso. Con la cabeza aun en las nubes llegó hasta donde se volvería oficial su compromiso.

Habían muchas personas, demasiadas para su gusto y todas las miradas estaba clavadas en él. Con la incomodidad creciendo en su interior alzó la vista con orgullo y se encontró con la cara de su padre que se relajó al verlo llegar. Su madre soltó un largo suspiro y puso una mano en su pecho con expresión de alivio. Confiaban demasiado poco en él, ¿Acaso pensaban que iba a actuar como un niño malcriado y simplemente abandonaría el lugar, huyendo y haciendo quedar en total ridículo a su familia? Se sintió dolido mientras veía las expresiones de aburrimiento de sus hermanas.

Camino hasta el altar, donde un sacerdote esperaba y también el príncipe heredero se hallaba de pie. Su cara lucía algo inexpresiva al ver a Kadir, algo le decía que no estaba muy de acuerdo con este compromiso. Era algo lógico, estaba comprometiendo a su pequeña y preciada hija, a la joya de la corona, con un completo extraño. Trató de mantener la compostura mientras saludaba a su futuro suegro con una profunda reverencia.

Un súbito murmullo de los presentes le indicó que alguien había llegado. Cuando se giró vió a la pequeña Aylah caminando de manera elegante hacia ellos. No lucía asustada o tímida ante la gran cantidad de personas que la miraban con atención. No había nerviosismo evidente en su actuar, solo una dignidad natural que solo la realeza podría irradiar de esa manera. Al llegar a la altura de Kadir le lanzó una leve mirada de sorpresa y luego miró a su padre como pidiendo una explicación.

- Te presento a tu prometido Lord Kadir – dijo su padre de repente entendiendo de inmediato la expresión de su hija, cayendo en cuenta de que era la primera vez que se veían, sin sospechar que antes habían tenido un encuentro casual.

- Es un placer conocerlo – dijo la niña haciendo una perfecta reverencia mientras mantenía un tono solemne

- El placer es todo mío lady Aylah – respondió Kadir tratando de no lucir sorprendido ante la actuación perfecta de esta niña, su seriedad era tal que parecía una adulta en miniatura ¿Quién diablos era ella? Pareció asombrada por un instante de saber que él era su prometido, pero luego recuperó su aplomo con extrema rapidez.

La ceremonia fue muy rápida y luego todos pasaron al gran comedor para la celebración del banquete en honor a la pareja recién comprometida. Se sentaron en la mesa principal que estaba bellamente adornada y desde donde podían ver todo el inmenso salón y las mesas de los invitados. Aylah le lanzaba tímidas miradas de reojo y se mordía el labio inferior de manera nerviosa. Kadir lanzó un profundo suspiro sin saber como debería actuar cuando una voz infantil llamó su atención.

- Aunque no lo hayas dicho en serio, no puedes arrepentirte

- ¿Qué? – preguntó Kadir sorprendido ante sus palabras

- Me diste tu juramento de caballero, así que como seré tu futura esposa no puedes darle tu juramento a nadie más

Esta niña seguía sorprendiéndolo a cada minuto que pasaba. No estaba nerviosa en la ceremonia y no se sentía abrumada por este banquete, o por ser en centro de atención. Al parecer su única preocupación era que él mantuviera su juramento. Sin poderlo evitar Kadir soltó una risita divertida que trató de esconder sin éxito con el dorso de su mano.

- ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Aylah haciendo un mohín con los labios

- El hecho de que sin conocerme querías que te salvara de tu futuro esposo, que resulta que soy yo – dijo apoyando un codo en la mesa y su barbilla en su mano mientras la miraba de manera significativa – y ahora quieres que mantenga mi juramento y que no se lo dé a nadie más



Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora