Capítulo II: Poemario Aragonés

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«Ya han pasado dos semanas desde aquel demoledor día, el día que padre me levantó la mano por última vez y que madre me hizo sentir menos por haber usado sus cosméticos. Pese al paso de las semanas mis moratones aún no han sanado, todavía tengo presentes estas oscuras manchas en mi brazo, provocado por las uñas de madre las cuales me hacen revivir los momentos mas oscuros de mi existencia. Aunque el ambiente sea cálido, madre me obliga a ir con camisa de manga larga cada vez que voy a ir a la universidad o simplemente salir a la calle, ella solo se preocupa en mantener su fachada, es decir, dar a entender al mundo de que ella es una madre y esposa ejemplar, una mujer de clase alta la cual no se tiene que preocupar por las cosas insignificantes de la vida, su vida se supone que es perfecta por decirlo así, una mujer que se preocupa por su familia, no obstante, su única preocupación en esta vida es mantener las apariencias, para ella vale más lo que piensen los demás sobre su persona a cualquier cosa».

Rosario: ¡Buenos días mi niño! -dice en un tono alegre-, ¿has dormido bien hoy o sigues con tus terrores nocturnos?

«Rosario entra a la habitación con la ropa de Colift ya planchada y se la deja a los pies de la cama».

Colift: Buenos días Rosario -le responde aún adormecido-, sabes que no son terrores nocturno, no soy un infante ya, simplemente es que no concilio bien el sueño cuando voy a la cama y necesito escribir un rato para poder quedarme dormido.

Rosario: Ay, ¿tú me ves con cara de lerda chico? Te recuerdo que yo también fui madre alguna vez en mi vida, es verdad que el varón era más independiente cuando era solo un muchacho pero la hembra -dice entre risas-, a ella si que había que darle de comer aparte.

Colift: ¿A qué te refieres? -pregunta intrigado-.

Rosario: Mi hija cuando tenía tu edad no era como cualquier otra muchacha por aquel entonces, en el pueblo la conocían como la "Agustina de Candelaria".

Colift: Vaya nombre...-dice riéndose-, ¿a qué se debe dicho nombre?

Rosario: Los vecinos le pusieron ese nombre debido a que era un alma libre e independiente como Agustina de Aragón; además, mi pequeña Dara tenía un gran temperamento, desde muy pequeña me decía que no iba a tener novio nunca o decía siempre "yo no soy ninguna atorota' para dejarme gobernar por un varón".

Colift: Se ve que fue una niña rebelde, me cae bastante bien.

Rosario: A ti si que te voy a decir que es un rebelde de verdad -dice mientras lo saca de la cama-

Colift: Ay..., que estoy cansado - dice rechistando-

«Mientras hace la cama»

Rosario: ¡Venga arriba! Sabes que tu madre no le gusta que le hagan esperar a la hora del desayuno, ya todos están abajo esperando a que salgas de tu cama pa' poder desayunar todos juntos.

Colift: Que pereza de verdad, gracias por planchar me la ropa Rosario, un día deberías enseñarme a planchar, así podría ayudarte un día cuando padre y madre se encuentres ausentes aunque, si aprendo a planchar ya seré un poco más independiente y sabré apañarme por mi mismo.

Rosario: ¡No diga eso señorito Colift! Usted sabe que este es mi trabajo, si Don Francisco y Doña Flores se entera que he dejado de hacer mis tareas y que incluso he dejado que su hijo planchara la ropa, seguramente acabaría en la calle o pero aún, Doña Flores hablará mal de mi persona con sus amistades y no podré servir en ninguna casa.

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⏰ Última actualización: Aug 30 ⏰

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