Brianna
¿Qué es la muerte?
¿Qué es la vida?
A veces creía conocer el significado de ambas cosas y lo delgada que era la línea entre una palabra y otra, hasta que esa mañana, finalmente entendí que no, que la muerte era un regalo demasiado justo para alguien que había experimentado en vida el infierno.
Cuando llegamos a la tierra, sin conciencia alguna, no conocíamos el significado ni la representación de ninguno de ambos términos. A veces la muerte era un sentimiento coaccionado, donde nuestro cuerpo seguía con vida, pero condenábamos a nuestras almas a un modo de vida autómata, donde morir era más sano que vivir.
Los sonidos a mi alrededor se sintieron cada vez más lejanos, al tiempo en el que mis pulmones comenzaron a colapsar, debido a la búsqueda desesperada de oxígeno, fallando. Hasta que de pronto, pude sentirme en paz cuando la presión ejercida por Jonathan sobre mi cabeza, disminuyó, de tal forma que, en medio de mi casi estado de conciencia, llegué a pensar que se trataba de la muestra de que el cerebro humano bloqueaba el dolor para no hacerlo sentir real.
Intenté alzar mi cabeza del inodoro, tosiendo en el proceso y ahogándome con el agua, hasta que un golpe seco se escuchó contra los azulejos del piso del baño.
Hubo voces familiares maldiciendo a mi alrededor, y no fue mi imaginación, seguido de choques bruscos, como si hubiesen estado aventando contra las paredes un costal de algo una y otra vez. Luché contra las náuseas y el retorcijón mi estómago, también con la disnea, hasta que pude finalmente logré incorporarme.
Había alguien llamándome, pero no podía determinar quién era debido a mi visión borrosa y a mis sentidos apagados. Desgarradores gritos de dolor vinieron después, pero no fueron míos, sino de otra persona. Alguien que jadeaba, se retorcía como una rata y pedía a los cielos clemencia, tal como yo le había pedido a él momentos antes, cuando era un victimario que acababa de convertirse en la víctima de un ser más monstruoso que él.
Segundos transcurrieron e intenté ponerme de pie por segunda vez, ya que mi respiración y los incesantes latinos de mi corazón habían encontrado un ritmo más normal; viéndome ayudada por unos brazos fuertes que lograron estabilizarme por completo. Mi cabeza chocó contra el pecho de quien me sostenía, logrando que me relajara de inmediato al obtener aquel sentimiento de seguridad ante el primer contacto de su calor.
—Tenía que cuidarte mejor. —La voz de Alec fue ansiosa e implorante, como si de alguna forma decir aquello fuese desgarrador para él—. Soy un idiota, Brianna.
En medio de mi estado de shock, no pude comprender por qué a lo lejos los gritos de Jonathan no cesaron, solo pude concentrarme en las palabras compasivas que salieron de los labios de Alec y como su aliento caliente, chocó contra la base de mi cabeza; a medida que me arrastró hacia la salida de aquel pequeño y apretado cubículo.
No quise bajar la mirada, por lo que concentré mis ojos en la camisa del uniforme de Alec manchada de algunas salpicaduras frescas y húmedas de tono rojo carmesí. A medida que nos alejamos, llegó un punto determinado donde un último sonido seco se escuchó y luego de eso, los incesantes gritos de Jonathan no se volvieron a escuchar.
Solté un suspiro, sintiendo una especie de alivio falso recorrer los músculos de mi espalda tensa y Alec, siendo consciente de ello, me estrechó más contra su cuerpo, en señal de protección.
No pensé en nada de lo que estaba alrededor, ni siquiera el momento en el que este me arrastró consigo hacia afuera, en el momento en el que fue consciente de los pasos de alguien corriendo en nuestra dirección, siguiéndonos desde atrás. Temí que fuera Jonathan, en el mismo segundo que pude captar a Alec girando su rostro sin expresión, hacia quien quiera que estuviese detrás.
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Psicosis: bajos instintos
Genç KurguUna chica sumisa dispuesta a complacer. El chico más peligroso del internado queriendo saber hasta dónde pueden llegar.