Capitulo 2

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Una vez ya estando en mi Residencia, me sentía más aliviada pero a la vez había algo de tensión o quizá era solo una absurda sensación mía, ya que habían sucedido tantas cosas en el día.

Aquel desconocido estaba ahí, en la misma habitación conmigo, estaba parado mirando al azar a través de el ventanal en un extremo de la sala.

Pude notar que la camisa que traía puesta, estaba rasgada en una parte.- Yo no fuí la autora de eso, ¿Cierto? - Me pregunté para mis adentros.

Busqué prendas que le pudiera quedar, y afortunadamente tenía una camisa blanca y un pantalón, eran el doble de mi talla, tenía planeado usarlos en cuanto llegara del trabajo, considerando que mi madre no le gustaba que usara ropa holgada, aprovecharía.

Creo que a él le quedarían perfectos, así que deposité la ropa sobre la mesa de centro, me acerqué a él y con algo de vergüenza tome la iniciativa de preguntarle.

- ¿Qué... le pasó a tu camisa? Yo... no fuí la autora de esos rasguños o ¿si? - Suavicé un poco las últimas palabras, por lo avergonzada que me sentía de preguntarle algo que tal vez era tan obvio, no quería parecer una tonta. - Pero ¿Porqué me siento tan avergonzada? Si me desmayé y a alguien que le sucediera algo así, se le haría difícil recordar - Surgió la pregunta en mi mente.

Él se acercó lentamente a mi, con una mirada atractiva, y voz firme.- Fuiste tú, te cargué desde dentro del local hasta el auto, y luego recorrí muchos pasillos del Hospital contigo en brazos; en la sala de Emergencias estaban atendiendo a alguien más.- Declaró el hombre.- Creo que deberías cortarte un poco más las uñas.- Me susurró al oído, haciendo que mi oreja se pusiera roja como un tomate y en mis mejillas apareciera un rubor intenso de cada lado.

Para esconder mi reacción, lo alejé de mi amablemente con la mano.

- Puedes... tomarte una ducha si quieres, mientras voy preparando la cena, después de todo también debes estar cansado, aquí tienes algo de ropa, es unisex y por el talle no lo pienses mucho, seguro te quedarán bien.- Hablé al fin, con la voz un poco temblorosa.

Recogió la ropa, asintiendo, mostrándome que estaba de acuerdo.- Gracias - Soltó en un tono dulce.

• • •

El pelinegro había acabado de ducharse.

- Mmmm, huele muy bien.- Una voz a mis espaldas se escuchó.

Cuando volteé a verlo, me quedé helada, mis ojos muy abiertos, sin poder pestañear como si me hubieran puesto pegamento en los párpados inferiores, sentía que mi cara ardía, mi corazón latía muy rápido, y sentía un gran calor en todo el cuerpo.

La ropa le había quedado a la perfección. Los pantalones le quedaban demasiado bien, y la camisa... La camisa le quedaba al cuerpo, delineando algunos de sus bíceps; y su cabello... ¿Lo había lavado? Su cabello desprendía una fragancia tan dulce y fresca, hipnotizaba las fosas nasales.

El se estaba acercando paso lento hacia mi, los nervios aparecieron, haciendo que me tropiece y por centímetros casi derrame sobre mi mano la olla que estaba en la cocina. El se sobresaltó y se aproximó a mi, protegiendo mi mano y protegiéndome a mi de cualquier incidente.

- ¡Hey! Eres muy torpe, ten más cuidado. - Dijo Ji -Hon asustado, alejando mi mano y todo mi cuerpo lejos de la cocina, y yo sin poder pestañear ni reaccionar.- ¡¿Estás loca?! ¡¿Porque hiciste eso!? Solo me acerqué para pedirte una toalla para secar mi cabello, ¡¿en que pensabas?! - Gritó mi contrario.

En piloto automático solamente fuí rápidamente a buscar la toalla. Yo realmente había dejado el planeta tierra en aquellos minutos, quizá y era muy probable, que solo mi cuerpo esté obedeciendo señales para hacer lo que haría alguien en mi lugar, o lo que hacía cotidianamente.

❝ Paraguas de amor ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora