—No me lo puedo creer.— Dijo con una resplandeciente sonrisa de oreja a oreja.
Violeta miraba a Chiara con una mezcla de sorpresa y alegría, mientras la morena entraba por la puerta de su piso.
Las llaves habían anunciado su llegada pocos segundos antes, sonando mientras se adentraban en la cerradura del que era el nuevo piso de la pareja, que habían alquilado juntas hacía unos meses.
Abandonó la mitad mordisqueada de su sándwich vegetal sobre el plato de porcelana azul y prácticamente se lanzó desde el taburete de su preciosa cocina americana, que por suerte estaba situada a muy pocos metros de la entrada, allí fue donde se dirigió para recibir entre sus brazos a su novia, que tanto había echado de menos.
Se unieron en un cálido abrazo que olía a casa, a amor y a necesidad, o al menos eso había pensado Chiara al esconder tímidamente su nariz entre el cuello y el pelo de la pelirroja.
—Feliz aniversario, amor.— Le respondió la menorquina, mientras comenzaba a tambalearlas de un lado a otro para alargar más la unión.
Chiara había decidido volver de manera improvisada a Madrid unos pocos días antes de lo previsto, para la sorpresa de Violeta, que ya tenía más que asumido que pasarían separadas su quinto aniversario, y era la primera vez que eso iba a suceder.
Por supuesto, la pequeña había hecho todo lo posible por evitar que la reunión tan importante que tenía coincidiera con esta fecha, pero ante la imposibilidad de moverla, había sacrificado varías horas de trenes y buses para conseguir aparecer por esa puerta a las 11 y 37 de la noche, justo a tiempo para considerar aún ese día como su día de aniversario cuando se dieran un beso.
Y eso es exactamente lo que hicieron. La motrileña se separó ligeramente buscando los labios de su chica como si de dos imanes de polos opuestos se trataran, destinados por pura ciencia y lógica a unirse en un momento inminente. Sus labios se rozaron con ansia y ganas, joder, muchísimas ganas. Parecía que esas 36 horas habían sido una puñetera eternidad para ambas, una especie de castigo por alguna causa que no habían logrado encontrar. Pero eso había volatilizado en el momento en el que los labios de Chiara le habían dicho "Hola, yo también estaba jodidamente desesperada por devorarte la boca como si no hubiera un mañana".
La presencia de demasiadas prendas de ropa estaba empezando a hacer mella, y sus abrigos acordes con el increíble frío que estaba recorriendo las calles de madrid esos días de diciembre no eran en absoluto algo comparado con la temperatura que no dejaba de elevarse dentro de esas cuatro paredes. Qué calor, de los buenos, pensó la más mayor de ellas.
Pausaron brevemente sus besos para dejar el espacio estrictamente necesario para quitarse los abrigos, y aunque la pelirroja tenía los planes muy claros, que empezaban a ser biológicamente muy básicos, fue la pequeña la que puso un poco de cordura en la sala, que se había quedado en pleno silencio después de pausar sus terriblemente entretenidos besos.
—Espera, espera.— Le dijo mientras apartaba cariñosamente a su novia de su cuello, recibiendo como respuesta un leve gruñido y un ceño fruncido que fingía un cabreo. —Antes tenemos que hacer algo.— Le dijo en medio susurro mientras sacaba a paseo una mirada intensa y curvaba sus labios de forma sugerente.
Y la sonrisa tonta que llevaba 4 años apareciendo en la cara de Violeta volvió a hacer acto de presencia. Apareció de nuevo, porque ella sabía perfectamente a lo que su increíble novia se refería. Esa novia atenta y jodidamente mona que tenia cientos de detalles como el que iba a repetir justo ahora, que surgió como si nada hace exactamente 3 años, cuando también a altas horas de la noche, Chiara apareció por la puerta de la que era la antigua casa de Violeta con un generoso trozo de su tarta favorita, Red Velvet, y una vela del número 1, bastante hortera, por cierto, justo encima, clavada. Algo similar había ocurrido el segundo, y el tercer año.

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One shots ~Kivi~
FanfictionLas velas más horteras y la mejor celebración del mundo. One shots (maybe) Esta historia es totalmente ajena a la realidad de los personajes, sin idea de burla o causar algún daño. Es una historia inventada.