Darha, la Arruinada

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Karma es la personificación de una antigua alma jonia y actúa como guía espiritual para todas las generaciones de su pueblo

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Karma es la personificación de una antigua alma jonia y actúa como guía espiritual para todas las generaciones de su pueblo. Su encarnación más reciente fue una niña de 12 años llamada Darha. Criada en las tierras altas del norte de Shon-Xan, era testaruda e independiente y siempre soñaba con una vida más allá de su aldea provincial.

Entonces, Darha comenzó a sufrir visiones extrañas de forma esporádica. Las imágenes eran peculiares; eran como recuerdos, aunque la niña estaba segura de que no eran suyos. Al principio, fue bastante fácil ocultar el problema, pero las visiones crecieron en intensidad hasta que Darha se convenció de que se estaba volviendo loca.

Justo cuando parecía que estaría confinada a las cabañas de curación para siempre, un grupo de monjes visitó su aldea. Venían de un lugar conocido como el Altar Inextinguible, donde su líder divino, Karma, había fallecido varios meses antes. Los monjes buscaban a la próxima encarnación del anciano y creían que se encontraba entre los aldeanos. Realizaron una serie de pruebas a todos los que conocieron, pero finalmente se prepararon para marcharse con las manos vacías.

Cuando pasaron junto a las cabañas de curación, Darha salió de la cama y corrió a detenerlos. Llorando, les contó sus visiones y que había reconocido las voces de los monjes por el balbuceo constante en su cabeza.

Ellos reconocieron las señales de inmediato. Era su Karma. Las visiones eran vidas pasadas que buscaban un nuevo recipiente.

En ese momento, la vida de Darha cambió para siempre. Se despidió de todo lo que había conocido y viajó al Altar Inextinguible para aprender de los monjes. A lo largo de los años, la enseñaron a conectar con su antigua alma y a comunicarse con las miles de encarnaciones previas, cada una de las cuales propugnaba la sabiduría de épocas pasadas. Karma siempre había abogado por la paz y la armonía, enseñando que cualquier acto de maldad tendría sus propias repercusiones y, por lo tanto, no requería respuesta.

Poco a poco toda su vida empezó a girar entorno a una sola meta. Ser Karma. Las aspiraciones que alguna vez tuvo se tuvieron que marchar, ya que debía seguir el sendero de la guía espiritual de Jonia. Su mente y su ser ahora debían ser compartidos con sus predecesores, su misión era decidida, y poco a poco la joven algo atrevida, aventurera e intrépida se fueron desvaneciendo. Había sido obligada a madurar desde muy joven, y por consecuente gran parte de su personalidad infantil se perdió en el proceso. 

Karma llegó a forjar una nueva identidad, una nueva personalidad, pero en lo más profundo de su ser todavía existía esa melancolía de no haber podido seguir la vida que hubiese querido. Con el pasar de los años, cada vez que Karma observaba a otros vivir sus vidas sin las preocupaciones de ser Karma o enfrentaba a individuos que conocieron a sus predecesores es que la duda volvía. ¿Quién es Karma y quién soy yo? El nombre de Darha fue dejado de lado, jamás volvió a usarse. Pero en lo más profundo de Karma aún seguía existiendo, como un lamento o un eco que poco a poco se fue convirtiendo en una sombra...

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