Capítulo 26 - Una falsa tranquilidad

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— ¡NYAA~! ♡ ¡KARMA–SEMPAI~! ♡ ¡AHÍ, AHÍ~! ♡ —.

— Etto... —.

En el mismo bar que fue testigo de varios asesinos en busca de alguna comodidad, se encontraban Shinigami, Yumiko Kobayashi y Style, escuchando sin quererlo realmente, aquellos gritos que provenían de la nueva "pareja" –mascota sexual– de su hijo y/o hermano pelirrojo.

— ¿Les decimos que bajen el volumen? — Yumiko preguntó con una sonrisa nerviosa y algo incómoda.

— Déjalos, que disfruten mientras puedan — Shinigami respondió mientras leía desinteresadamente el periódico en sus manos, y que por cierto, no había soltado desde que comenzaron los gritos.

— Deberíamos al menos hacer las habitaciones antisonidos — Comentó con una gotita de sudor pasando por su frente.

— Ese es mi hijo —.

Con una sonrisa orgullosa, Style pasó una de sus manos por sus ojos, limpiando lágrimas falsas debido al orgullo como "padre" del pelirrojo.

~ • ~

En otro lado de la ciudad, en una casa normal a simple vista, se encontraban un adulto y un adolescente, cenando en silencio en el comedor del lugar, teniendo un ambiente de calma y tranquilidad, o al menos eso querían hacerse creer.

Porque eso de la calma y tranquilidad, dejó de existir con ellos desde hacía tiempo.

— Joven Shi–... Nagisa, ¿cómo te encuentras? — Preguntó el adulto, su expresión seria pero con una voz serena.

Hace días que el adolescente peliazul había sido dado de alta del hospital debido a su mejoramiento psicológico, más ya no tenía a sus figuras paternas para recibirlo en su hogar, y como un acto, no sabía sí de cariño o era algo más, él pasó a ser el tutor legal del adolescente, que pasó a ser su hijo adoptivo.

El adolescente no lo expresó con palabras, debido al trauma que quedó en él, pero expresó su felicidad y conmoción por la noticia.

Karasuma se encargó de todo, y hace una semana y media, el adolescente comenzó a vivir con él. El cambio y el proceso fue algo complicado, tardaron en poder acoplarse al nuevo sistema, más por las pocas emociones que el adulto demostraba y por el silencio casi permanente del menor de edad.

No era porque estuviera en desacuerdo, sinó que simplemente había sido un residuo de la mala experiencia, y ahora, sólo se comunicaba por medio de la escritura.

[Bien, padre]

Fue la respuesta que Karasuma leyó en el papel. Asintió con la cabeza, aceptando la corta respuesta, pero para asegurarse de que de verdad estaba bien, hablaría de una forma más tranquila después de la cena, ahora no se podía dar el lujo de tener indiferencia.

No cuando el adolescente frente a él era ahora legalmente su hijo y debía velar por su seguridad.

Sería un largo camino por recorrer, más por la búsqueda del causante de todo eso que seguía en pie, al igual que la búsqueda del adolescente, Amane Hisashi.

Habían buscado por todos lados, incluso se contactaron con otras ciudades, Estados y países, ésto por no saber de lo que él mismo sospechoso podría ser capaz luego de todo lo que hizo, pero nada. Era como sí el adolescente desaparecido se hubiera esfumado cual fantasma, más sabía que en cualquier momento iba a aparecer en algún lado.

La posibilidad de que estuviera vivo era casi nula, pero mínimo, quería que los padres pudieran enterrar a su hijo de manera digna.

« Joven Akabane, soy Tadaomi Karasuma, oficial de policía.
Antes que nada quisiera darle mi más– »

« No quiero su lástima »

« Sólo dígame lo de mi madre y qué pasó con ese bastardo »

« Su madre falleció una hora después de ser llevada a urgencias,
no resistió la cirugía, mientras que el oficial responsable ha sido removido
de su cargo y se encuentra bajo vigilancia estricta para evitar otro accidente »

« Ese tipo mató a mi madre »

« Ese tipo mató a mi madre »

« Ese tipo mató a mi madre, ¿¡y lo único que hacen es removerlo de su cargo!? »

El ruido del metal chocando contra la cerámica llamó la atención del adolescente peliazul, por no decir que tuvo un sobresalto, así que llevó su mirada a su ahora padre, observando sus manos temblar ligeramente y con un tono pálido en su su rostro.

— P–Padre... — Lo llamó con una voz débil y temblorosa, había un atisbo de dolor en cada letra — ¿E–Estás b–bien? —.

« ¿Los policías salvan personas?, ¿de verdad?, no me hagan reír »

— Si... Nagisa — Respondió el adulto, llevando su mano izquierda a su cabeza mientras que la contraria la colocaba sobre los bordes de la mesa.

Nuevamente los mismos recuerdos...

El día de su primer encuentro con el pelirrojo jamás salió de su memoria, cada minuto, cada hora, cada día, siempre llegaba el mismo recuerdo, esa voz que le decía que algo estaba mal, algo que le advertía sobre aquel infante.

Pero nunca escuchó.

Quizás ese fue su error, no escuchar a la voz que le decía que algo grande vendría en un futuro, y cuando quiso intentar hacer algo, fue demasiado tarde.

Recordaba también ese día, estando entre el sí y el no sobre adoptar aquel niño, después de todo, su única familia era su madre –que en paz descanse– y al ya no tenerla, era momento de que ingresara a uno de los tantos orfanatos de la ciudad.

Cuando finalmente llegó a la decisión, a primera hora fue al hospital, más tenía un mal sabor de boca cuando ingresó y se encontró de frente con uno de los tantos doctores que había estado a cargo del infante.

« Lo sentimos, pero el joven Akabane ya ha sido adoptado,
fue recogido por su nuevo padre ayer por la tarde »

Algo de esas palabras le habían traído un dolor de cabeza por el resto del día, y por mera curiosidad y quizás algo de paranoia, le ordenó a uno de sus subordinados que investigara sobre el nuevo padre del infante pelirrojo.

“Yamato Ishida”, eso fue uno de los pocos datos que consiguió del hombre.

El resto de la semana estuvo buscando en cualquier medio posible sobre aquel hombre, sin encontrar nada. Buscó y buscó, incluso en el lugar donde el hombre dijo trabajar en su currículum, pero no había un sólo Yamato Ishida trabajando.

La búsqueda lo llevó a ir con sus superiores, que en un primer momento ignoraron los hechos, pero al hacerlo luego de semanas de pedir la misma solicitud, accedieron a buscar al hombre en los registros de personas vivientes en la ciudad como turistas o incluso de otras ciudades.

Y nada.

Todo lo escrito en el currículum, en todos los papeles sobre aquel hombre, era completamente falso, nunca existió un Yamato Ishida.

El temor llegó en aquel momento, de sólo imaginar lo que él pelirrojo pudiera estar pasando, la duda de sí seguía vivo o no lo carcomía cada día junto al recuerdo de su primer encuentro y donde al menos, tuvo la posibilidad de cambiar algo, pero no lo hizo.

Y hace algunas semanas, cuando finalmente vió al pelirrojo otra vez, sintió una extraña felicidad por saber que seguía vivo, más la felicidad fue opacada luego de sus palabras.

Era demasiado tarde para hacer algo, ese chico, aquel estudiante, ya no era nada de lo que antes fue.

Quizás... pudo haberlo cambiado.

Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora