24 - Nada es casualidad

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Jimin llevaba ya tres intentos de llamadas al número que Jungkook había conseguido, pero no había obtenido respuesta alguna. Tampoco podía concentrarse en una cuarta llamada porque tenía a su colega ahora prendido de su cuello, besándolo mientras el elevador los subía a ambos a su piso.

— Oye, podrías al menos esperar a que entremos — lo regañó el rubio mientras intentaba marcar una vez más.

— No jodas, esperé todo el puto día para esto. Olvida eso — Jungkook le arrebató el teléfono y lo guardó en su propio bolsillo. — Quizás es de noche donde están ahora, quizás están peleando de muerte en alguna guerra.

— Hey, no digas esas cosas. Pero bueno, intentaré más tarde.

Jungkook le sonrió y volvió a besarlo. Esta vez el profesor de Biología le dio toda su atención. También necesitaba ese momento íntimo con su chico. Bueno, si es que lo podía llamar así.

Se moría de ganas de llamarlo así. Más aún por lo que había hecho por él ese día. No obstante, se contuvo y se limitó a solo besarlo apasionadamente.

Dos segundos después la puerta del elevador se abría y cinco segundos después estaban ambos revolcándose en la cama de Jimin.

No hubo tiempo ni ganas para hablarlo. Jimin ya sabía lo que quería. Lo sabía desde la noche anterior. Y sabía que se lo debía a Jungkook también, pues había sido muy paciente. Cada caricia y cada beso se sintieron diferentes a otras veces en que habían estado juntos. Como si fueran los únicos, el uno para el otro, en todo el mundo.

Y justamente era eso lo que el menor de los dos había estado esperando sentir para poder entregarse por completo.

En cambio, Jungkook no lo había esperado en lo absoluto, pero también lo sentía así, y estaba fascinado con estas nuevas emociones. Ese día decidió no reprimirse nada. Quizás todavía no sabía decirlo con palabras pero podía decirlo con su cuerpo. Con cada caricia llena de amabilidad y ternura que dejaba en la piel de su amante. Esto no iba a ser solo sexo, ahora lo entendía.

Así que mientras el pelinegro se ocupaba de entregarse de esa manera tan delicada como en la que nunca se imaginó estando con otro chico, Jimin por su parte, impulsado por la total confianza que el otro le generaba, desinhibió sus deseos más profundos que hacía rato tenía guardados. Tocaba a Jungkook con pasión y sensualidad, dejando salir ese lado suyo, salvaje y atrevido que ni sabía que tenía. O quizás sí pero simplemente no había encontrado a la persona indicada para dejarlo ser todavía. Hasta ahora.

Solo con Jungkook podría permitirse ser así, y amaba esta nueva libertad que estaba experimentando.

Las ropas de ambos terminaron en el suelo rápidamente. Apenas empezaban pero la cama que Jimin había armado esa misma mañana ya era un desastre otra vez. Y probablemente no volvería a estar ordenada por un largo, largo rato. Jungkook estaba encima suyo y el momento en que se miraron a los ojos antes de hacerlo fue la confirmación de todo. Como si fuera magia, el destino o lo que sea. Ambos pensaron en todo lo que los llevó hasta este momento de sus vidas. Y recordaron el día en que se vieron por primera vez. Ahora nada se sentía como casualidad.

Jungkook esbozó una pequeña sonrisa y luego le dejó un tierno beso en la frente. Jimin mordió sus labios, tratando de contener este estúpido amor que se suponía no debía sentir pero que ya era malditamente tarde para seguir ignorando.

Lo tomó de la nuca y lo atrajó hacia él. Lo beso en la boca, profundo e intenso, y disfrutó de eso que se había creído conocer pero que en realidad se había estado perdiendo aparentemente toda su vida: hacer el amor de verdad.

Jungkook ni siquiera entendía qué demonios había estado haciendo con la suya todo este tiempo. Todas esas noches desperdiciadas con amantes cuyos rostros ni siquiera podía recordar. Todo eso que siempre había parecido tan genial. Eso que él llamaba libertad. Ahora eran puras tonterías. Entendía ahora el valor de una caricia cuando lo hacías con alguien que realmente importaba. No tenía comparación.

La teoría del amor - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora