Eres mi juego final

CAPÍTULO 47 Regalías

Finalizando la divertida tarde bajo la lluvia, era hora de volver dentro, no era el clima adecuado para permanecer tanto tiempo, mojados, la primavera todavía no comenzaba y aunque estaba demasiado cerca, el calor no era suficiente como para quedarse tanto tiempo así, debían velar también por la seguridad de sus bebés y eso incluía cuidar su salud.

—Chicos, es hora de volver adentro— Travis intentó tomar a Evie de la mano, pero esta fue más rápida y se escabulló corriendo al lado oeste del enorme jardín.

—¡Evie! — Kelce era un jugador muy bueno en su ramo, pero cuando se trataba de atrapar bebés, podía serlo mejor, así que salió tras ella logrando tomarla y llevarla en su hombro.

La niña pataleaba, ella no entendía el concepto de cuando era el momento para parar de hacer alguna actividad que le agradara, le molestaba que todo debía acabar cuando ella se estaba divirtiendo.

Charles tan solo se acercó a su mamá abriendo y cerrando sus manos dándole a entender que estaba listo para que lo cargaran y llevaran dentro, al menos con él esa parte era sencilla.

—Vamos adentro— Swift cargó a su bebé y entraron.

Los cuatro estaban más que mojados, ya no había una palabra para describirlos, el juego bajo la lluvia había sido divertido y memorable, pero era hora de que se dieran un baño y terminar con el agotador día.

Subieron a la habitación principal, los pañales de los niños eran un desastre, tanta agua los hizo gigantes, Kelce entró al baño para preparar la tina, todavía no se animaban a bañarlos en la regadera, les daba mucho miedo que fueran a resbalar y caerse o peor, golpearse y terminar en un incidente nada favorable, Taylor metió a los pequeños al agua, su esposo le indicó que podía darse un baño mientras él vigilaba de los bebés, la rubia amaba eso, no era un padre de nombre, realmente tomaba la iniciativa en muchas cosas y podía hacerse cargo de la situación que fuese, no podía culparlo cuando le confesó que dejó las llaves dentro del auto y los niños también se encontraban ahí, admitió que se volvió loca cuando le contó, pero al mismo tiempo fue responsable que en ningún momento fue a propósito, fue un pequeño accidente, no le recriminaría nada, ambos trataban de hacer lo mejor que podían ante un par de pequeños Kelce que demandaban vigilancia 24/7, el hecho de darse la vuelta y descuidarlos un segundo siempre significaba peligro, algunas veces divertidas, otras estresantes, pero a fin de cuentas eran sus hijos y los amaban como fueran.

Mientras Taylor se estaba bañando, podía echar un vistazo a sus hijos en la tina y Travis casi terminando con ellos, el tema del tercer bebé ha estado anclado fielmente las últimas semanas en su cabeza, sabía que su esposo lo deseaba tanto y ella igual, tenía que relajarse con el tema, ¿Cómo?, no lo sabía, la palabra estrés ha predominado en días anteriores, odiaba que eso interfiriera con los planes, no se hacía más joven y eso le causaba más miedo e intriga, pasando los 35 años, raramente, los doctores podían decir que los embarazos a esa edad ya eran considerados de alto riesgo, era una locura, ¿A caso creen que uno envejece a esa edad?, le parecía tonto, ella se sentía perfecta, pero debía considerar las posibilidades de que algo así pase, aunque, por el contrario, ¿Qué pasa si eso no es un hecho total?, ¿Qué tal si cuando logren concebir las cosas salen perfectas?, ¿Sería posible?, ¿Un embarazo tranquilo?, ¿Algo que pudiera disfrutar?, no quería sentirse mal por estar pensando en eso, aunque amaba a sus hijos su embarazo fue un verdadero martirio, tenía que ser honesta.

—Nena, deja de pensar tanto— Travis dijo dulcemente.

¿Cómo es que sabe que esta sobre pensando?, sin duda, la conocía muy bien. —Lo siento— cerró las llaves del agua y se colocó la bata. —Puedo hacerme cargo, date un baño— se acercó a la bañera con ellos.