𝟬𝟭;

661 101 20
                                    

≻───── ⋆✩⋆ ─────≺

─── Viene un chico nuevo, por favor, no lo arruinen está vez.

"Tweek, estamos juntos en esto, o todos la arruinamos o todos la salvamos" dijo Wetek, dentro de su cabeza, aunque lo escuchaba tan claro qué Tweek podría jurar que le había hablado al oído.

Suspiró, intentando relajarse, estaba muy nervioso.

Los últimos tres acompañantes que había tenido se habían ido, por qué no podían convivir con aquellas cinco personas completamente distintas que compartían un mismo cuerpo.

Por suerte habían sido amables, no lo llamaron loco ni le gritaron, ni nada, sólo se habían ido y no volvieron a hablarle.

O al menos era lo qué Tweek sabía, pero él al ser el anfitrión, las otras personalidades no le contaban nada de lo que pasaba.

Tweek había sido diagnosticado con Transtorno de Identidad Disociativo hacia tres años, cuando luego de su baile de graduación algo había ido muy mal.

Esa noche se había ido con Pete, a su casa, siendo su interés amoroso estaba más que claro que su intención era tener sexo con él, pero fueron un par de besos calientes y después ya no recordaba absolutamente nada.

Despertó al otro día en el hospital, no tenía idea de qué había pasado.

La enfermera, el médico y el psiquiatra que lo visitaron y lo cuidaron un par de semanas lo ayudaron a adaptarse a la nueva noticia. Esa noche se había sentido algo incómodo con los besos de Pete, y fue suficiente para que otra parte de su ser tomara el control, aquel que después conoció como Keet su protector, encargado de protegerlo de cualquier situación sexual con la que no se sintiera a gusto.

Pete se había dado cuenta que había algo mal, y se detuvo, cuando le preguntó si estaba seguro, fue Keet quien asintió, pero el mayor seguía notando algo rаго.

Quizás sí Pete hubiera seguido, hubieran tenido sexo desenfrenado, para que al otro día no recordaría nada y culpara al alcohol, pero no fue así, porque el pelinegro era muy bueno, demasiado.

Keet era mudo, y sabía lenguaje de señas, y fue luego de un rato que respondió con sus manos a las preguntas del otro.

Tweek no tenía ni idea del lenguaje de señas, luego de aquello, Pete se había alejado e llamó a sus padres adoptivos, y de allí al hospital, creyendo que había algo malo, por qué ninguna de las actitudes de Keet coincidía con las de su hijo.

Se dieron cuenta que allí no estaba el niño que habían adoptado cuando tenía once años: Keet diría que sí a todo, incluso a cosas qué Tweek odiara, y también estaba el hecho de que no hablaba y se comunicaba con señas, aunque intentaba hacerlo lo menos posible, ese no era su hijo, ese no era Tweek.

Al explicarle lo sucedido al médico de guardia del hospital, la situación no estaba ni cerca de terminar.

Todo ya estaba lo suficientemente raro cuando apareció una tercera persona.

Wetek, cómo se había presentado después, el protector principal, y fue quien respondió todas las preguntas del médico, y de psicólogo de guardia, un pobre estudiante qué parecía muy asustado.

─── No estoy en condiciones de responder ─── dijo, con una voz más grave y sería, definitivamente más intimidante que el tono de voz normal del joven que todos conocían───. Mamá, ¿podemos ir a casa? Estoy cansado.

─── Nadie se va a ir hasta que esto termine de explicarse, Tweek ─── dijo la mujer, y el chico asintió sin ganas.

─── Estoy bien, son sólo un par de voces, nada más dijo, sonaba realmente relajado y convincente.

The Alters | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora