Francisco, Esteban y Eva

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Esteban desde que era muy chico se sentía completamente extraño, ajeno a su existencia, sabiendo que tenía algo que le quitaba la comodidad de su ser.

Se lo comentó a su familia al cumplir los trece, quienes decidieron llevarlo con un psicólogo creyendo que se trataba de algo terrible en él. Cosas que le hacían sentirse asqueado de sí mismo, que le obligaban a no verse en el espejo porque sentía que algo estaba mal.

Cuando salió del clóset como homosexual, toda su familia le dio la espalda a excepción de su abuela, quien le dio todo el apoyo incondicional del mundo hasta que falleció, y ahí comenzó a sentirse más solo de lo que se sentía. Entró a la universidad al año siguiente y se alejó de su familia definitivamente por su bienestar mental y conoció gente nueva, gente divertida, gente que lo amaba y apoyaba.

Se puso de novio con un muchacho increíble y amoroso, se sentía libre por primera vez en su vida y, sin embargo, no era suficiente. Había algo que todavía resonaba en su cabeza y que no le dejaba dormir tranquilamente, o no dormía o despertaba llorando por pesadillas que nunca recordaba.

Sintió su mano acariciarle la mejilla en silencio, secando sus lágrimas con el pulgar. Quiso llorar más cuando vio la sonrisa tranquilizadora que su novio tenía en el rostro; era una sonrisa que sencillamente le hacía sentirse bien, pero en ese momento no se sentía merecedor de ella.

Negó lentamente cuando él le dijo que estaba bien, que estaba con él y que podía decirle qué pasaba por su cabeza. ¿Cómo podía hablarle de lo que le pasaba si no tenía ni la más mínima idea de lo que le ocurría?

— No puedo... no sé... —sollozó sorbiendo sus mocos. Se apegó al cuerpo de Francisco con fuerza, rogando poder ser capaz de fundirse en él.— No sé qué me pasa.

Los tibios labios de Francisco besaron su frente con ternura en un intento casi inútil para consolarlo, pues aquella simple acción hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas nuevamente. Volvió a sollozar por lo alto, sintiendo una inmensa presión en el pecho.

A este punto, Francisco no sabía lo que podía hacer para hacerlo parar de llorar, a veces esos episodios de llantos le duraban horas y horas y se detenían cuando se dormía o estaba cansado por haber llorado.

— Mi amor... no podés seguir así —le dijo en voz baja sin dejar de acariciar su mejilla con cariño.— Tenés que ver a algún profesional o a alguien que pueda ayudarte a ver qué ocurre. Me duele mucho verte así y no saber qué hacer.

El casi rubio asintió frenéticamente, tratando de controlar su llanto.

— Mañana vemos, ¿dale? Tratemos de dormir.

El reloj señalaba las 02:18 de la madrugada, lo que significaba sería una noche muy larga para los dos, pero para Francisco lo valdría todo hasta que el llanto y las lágrimas cesen.

Esteban se las ingenió para esconderse en el cuello de Francisco sin ser echado de ahí, cerrando los ojos en un intento para disipar esas gotas gruesas que mojaban su rostro.

Pensó en todo lo que lo llevó a ese momento, cosas que lo llevaron a la 'locura' habría sido el inicio de un nuevo proyecto en su clase. Se trataba de una muchacha que estudiaba fotografía y que era acosada por sus compañeros de clase por ser diferente. Esa cosa que la hacía diferente era su voz, su contextura física, su altura y el vello corporal. La obra era una representación sobre una persona del colectivo LGBTQ+ en su día a día, sufriendo todos los dolores y decepciones que la vida le tiene mientras se enamora de su amiga, Federica.

El interpretar aquel personaje un par de veces le hizo sentir extraño, pero en un buen sentido, cabe aclarar. La peluca castaña y bien cuidada, el maquillaje y el vestido verde le sentaban bien, se sentía cómodo luciendo así, casi enamorándose de lo que veía en el espejo.

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ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏ, ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ʏ ᴇᴠᴀ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ "ᴇᴠᴀ" x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora