CAPÍTULO 3

39 6 0
                                    


La idea de Malih dejó a Kereem en un estado de confusión y dilema emocional. Mientras observaba el tranquilo jardín desde su despacho, las palabras resonaban en su mente:

«Una amante secreta»

Aunque la propuesta parecía ofrecer una solución aparentemente indolora para todos, el jeque sabía que las implicaciones emocionales y éticas eran profundas.

Inquieto, Kereem observó cómo se abría la posibilidad, dos días después de qué relacionista le dio la idea, y miró como su esposa Sanem, aun débil, pero con otro color, entró al despacho ofreciéndole una sonrisa plana.

Kereem se levantó de inmediato para recibirla y depositó un beso en su boca, mientras tomó su rostro.

—¿Cómo te sientes? —Ella asintió segura.

—Mucho mejor... están colocándome un tratamiento de vitaminas que me ha hecho sentir muy bien, gracias a Alá...

—Perfecto. Siéntate...

Él la dirigió al asiento, y se desajustó un poco la corbata.

—¿Pasa algo? Te ves incómodo —ella preguntó y Kereem asintió con la mirada seria.

—Se está complicando como lo dijiste —Sanem pasó un trago, pero afirmó completamente seria.

—Lo sé. Entonces... ¿Cuál es el siguiente paso?

—Hay una... forma.

—Estoy escuchando... —Lo odiaba. Kereem odiaba ver sus ojos llenos de tristeza.

—Según el relacionista, una amante...

Sanem abrió los ojos, Kereem siempre había sido directo, y nunca disfrazaba sus palabras.

Por su parte, él podía ver su pecho subir y bajar, pero necesitaba mantener el temple, más que nada por ella.

—¿Amante?

—Sí, una mujer secreta que tenga a nuestro hijo.

—Eso sería denigrarla... —Kereem pasó un trago duro, Sanem era la mejor mujer que había conocido en la vida.

Sin embargo, lo que tenía por decirle era peor.

—No pienso hacerla mi amante, si Malih tiene un plan, yo puedo manejarlo a mi antojo.

Sanem se levantó agitada.

—Esto no tiene sentido, lo mejor es que busques una esposa, que la respetes, y que se hagan las cosas como deben ser, ella tendrá a tu hijo, ese será el heredero, punto.

Kereem apretó los dientes.

«De ninguna manera»

—¿Y qué pretendes? ¡¿Que sea coronada como la reina?!

—Pasará lo que Alá permita, Kereem... ¿Cómo puedes siquiera pensar que tratarás a cualquiera que sea que elijas, en una ramera?

—Ni siquiera me has dejado terminar... —Sanem se puso la mano en la cabeza, y él se preocupó—. ¿Estás bien? —intentó levantarse, pero ella negó y se sentó de nuevo.

—Por favor... continúa.

—No tengo intención, te repito, de hacerla mi amante... —Sanem le envió una mirada seria.

—¿Entonces? ¿Qué planeas?

—Podemos utilizar su vientre... —El rostro de ella se puso más amargo y llevó las manos a su rostro.

JUEGOS DE ENGAÑO Y SEDUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora