Leoncito, no lo pienses demasiado

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Max no estaba seguro que era lo que lo había llevado a tomar la decisión de cortarse el cabello. Quizás fue ver a Christian con su nuevo corte o el que su novio también se lo cortara un poco. O tal vez fue el hecho de que desde Australia no había podido dejar de tocarlo y jalarlo cada vez que recordaba la frustración de no haber terminado la carrera. Pero fuera cual fuera la razón, Max ahora se sentía más liviano. Se sentía más relajado sintiendo el aire de la mañana en sus mejillas y su nuca.

Él había llegado a Suzuka antes que Checo y ya bien despierto había ido a la barbería, pero su novio seguía en el intento de adaptarse al nuevo horario por lo cual lo encontró aún enredado entre las sábanas blancas a un lado de la cama.

"Schatje." Lo llamó suavemente, acercándose y quitándose la gorra del equipo, pero el mayor no se movió ni dijo una palabra.

Se sentó al lado de su novio acariciando su rostro, pero cuando pensaba dejarlo descansar más, una mano atrapó su brazo izquierdo, jalándolo para acercarlo más al cuerpo del mayor. Max por puro reflejo apoyó su mano derecha sobre el colchón al lado de la cabeza de su novio para que no se golpearan, pero Checo parecía no contento con esto y es ahí donde sucedió.

Max realmente no esperaba la corriente de electricidad que recorrería su cuerpo hasta hacer estremecer los dedos de sus pies. El sentir a Checo agarrando firmemente su nuca, con sus hábiles dedos y el calor de su mano apretando directamente sobre su piel, hizo que caiga sobre el mayor prácticamente derritiéndose bajo su toque.

Sus mejillas se tiñeron de rosado y toda la calma que el aire fresco le había dado se había evaporado bajo el candente contacto con su novio. El agarre seguía ahí, aprisionando el rostro de Max contra el pecho del mayor y solo por la pura vergüenza de sentir su cara arder no quería levantar la mirada, pero no podía evitar los temblores de su cuerpo al sentir las constantes caricias en esa zona sensible.

"¿Te gusta?" Podía escuchar el tono juguetón en la voz de Checo y por cómo movió su otra mano para meterla dentro de su camiseta sabía que el otro ya estaba completamente despierto.

No estaba seguro sobre cómo contestar la pregunta, sintiendo aún un hormigueo recorrer su columna, pero su novio no le dio tiempo a nada, moviendo sus expertos dedos sobre su nuca haciendo a Max gemir contra el pecho del mayor. Pecho que rápidamente comenzó a moverse con la suave risa de su novio.

Sabía que no era una risa maliciosa, Checo seguro pensaba que era tierno que no pudiera evitar removerse bajo su toque y eso lo demostró con el suave beso que dejó sobre su coronilla.

Y Max pensó que ahí acabaría todo. Un momento de debilidad. No debía pensarlo demasiado.



Entonces decidió continuar como siempre. Se alistaron, fueron a sus reuniones, hicieron las actividades y filmaron los videos que les pidieron, nada nuevo, nada extraño hasta el día de las primeras prácticas.

Y no era como si no se hubieran besado o abrazado en esos días, pero Checo no volvió a tocar su nuca. Sus manos se posaron en sus hombros o sus mejillas y aunque Max quisiera olvidar el momento en la habitación, ahora era más consciente de la falta de contacto con esa zona. Pero no lo mencionó, no debía pensarlo demasiado.



Max fue al garaje de su novio antes de las prácticas libres para desearle buena suerte, una tradición que adoraba, darle un último beso y luego enfocar su mente por completo en ser piloto.

El mayor lo recibió siempre con su brillante sonrisa, pero al contrario de otras veces donde el recato era parte del comportamiento de su novio frente a sus mecánicos e ingenieros, esta vez estaba muy cariñoso. Desde que lo vio entrar estuvo acariciando su brazo, desde su hombro hasta su muñeca manteniendo a Max muy cerca. Besó su hombro, su mejilla y la comisura de sus labios sorprendiendo al menor mientras este le deseaba una buena práctica.

No lo pienses demasiado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora