La lluvia caía como nunca, madre y padre peleaban con la misma intensidad que la tormenta.
—Es nuestra mejor opción, por no decir la única— decía padre entre susurros.
—Es nuestra hija, nuestra pequeña— le respondía mi madre con la voz quebrada, parecía estar a punto de llorar.
—Es una mujer solo nos traerá problemas, estaríamos haciendo las cosas más fáciles para todos si se la damos. No es precisamente la más agraciada, será difícil encontrarle un buen marido, con esto resolvemos todo. Nos deshacemos de ella y pagamos nuestra deuda— explica y por el silencio que hace mi madre se que no tiene con que debatir y aunque lo tuviera mi padre no la escucharía.
Sabía lo que significaba, sabía a quién sería dada y lo más importante sabía que no podría hacer nada al respecto. Aún así lo intente, llore, grite, pelee y suplique de rodilla.
—Padre, por favor, haré las cosas mejor. Me esforzaré, despertaré más temprano y mis hermanos no tendrán que mover ni un solo dedo, los atendere aún mejor, te ayudare en la granja si quieres, dormiré ahí, no comeré más que las sobras— suplicaba de rodillas, volteaba a ver a cada persona ahí buscando algo de compasión o por lo menos lástima para que se apiadaran de mí. Ninguno se molestó en siquiera mirarme a los ojos, ni mis hermanos ni mi madre ni mi padre.
Me regalaron a él, más antiguo que la misma tierra dicen algunos, más poderoso que cualquier Dios y más cruel que el mismísimo demonio. Mi vida, mi existencia y todo de mí ahora es de él y se encargó de que lo entendiera, que quedará grabado en mi piel y en lo más profundo de mi alma. Me rompió.
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La condesa
RomanceElla esta resignada a la vida que tiene, vendida al temible conde Drácula a una muy temprana edad no conoce más que eso. Es su vida y piensa defenderla de cualquier intrusa, así que cuando Elizabeth se vuelve la nueva obsesión del conde lo único que...