2. Honores

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Temo

A la edad de cuatro años comprendí lo que significa recibir honores, como parte del resultado de algún exfuerzo, en aquel entonces se trataba de mis méritos como alumno ejemplar, recuerdo la medalla tanto como su entrega de parte de Miss Valenzuela, mi maestra de Kindergarten, a quien todavía recuerdo con mucho amor.

Más luego en mi vida fueron apareciendo otros, y aunque me he encargado de colgar cada una de las medallas, en el momento preciso en que ahora abro la caja que las contiene me cuestiono muchas cosas.

Es cierto que la vida nos pone a cada uno en su lugar.

Pongo a un lado la caja y tomo el anillo qué usaría para la propuesta esta noche, tendríamos una cena familiar en casa de los Vega, así que sería el momento perfecto.

Me enfoco en lo que puedo con la organización de la casa y la mudanza hasta que llega Pablo y me ayuda con otras cosas concernientes a las distintas habitaciones.

Tomo un respiro para admirar mi oficina, la que contaba con un computador moderno, un estante en caoba con mis libros de la universidad y una gran planta a un lado de mi escritorio, muy pronto llegaría el sofá y las sillas qué colocaría en frente del escritorio.

Al poner mis manos en los bolsillos siento nuevamente el anillo y sonrió. Decido ponerlo en la gaveta de mi escritorio para no olvidarlo luego.

—Señor, ¿Dónde pondremos los cuadros?

—Por favor en la habitación al lado de la mía, mientras tanto, no quiero colgarlos aún.

—Bien —Asiente y da un paso dentro de la Oficina observando todo — Ya he preparado su ropa para hoy, recién llegó de la tintorería.

—¿Qué de mi sin ti querido Pablo? -—Ambos reímos.

...

Una vez estacionado el vehículo, soy recibido por el Señor Vega quien con amable actitud me dió la bienvenida a mi segundo hogar, casa de mis suegros, donde siempre he sido como el hijo que nunca tuvieron, palabras dichas expresamente por quien ahora mismo me contaba mi suegro de sus aventuras en la ciudad de Nueva York.

—Y ¿Dónde está ella? —Pregunto una vez la menciona en su relato.

—Debe estar terminando de prepararse, tu sabes como son estas mujeres Temistocles, siempre algo nuevo que las aqueja.

—No debería.

—¿Qué es eso que no debería? —Me giro al escuchar la voz de la hermosa mujer.

—Pensar ni por un segundo que no eres la mujer más hermosa que mis ojos han mirado —Me acerco y dejo un beso en sus cachetes. Ella me abraza sonriente. —Te extrañé mucho.

—Yo también.

Caminamos hacia el comedor dónde se extendía la gran mesa y mi suegra nos esperaba con su típica cara dura me acerco a saludarla y ella se limita a extender su mano para un breve saludo y alejarla con la misma rapidez.

—Lo siento, nunca le ha hecho gracia qué viajemos a Nueva York y está insoportable.

—No te preocupes.

Más adelante llegan a la mesa sus hermanos Víctor y Sean junto con sus parejas y el Tío Carlos, es cuando la cena empieza a ser servida por los sirvientes.

Tomo de la mano de Alicia todo el tiempo. Hasta que pasada la cena y algunas conversaciones decido que es el tiempo indicado para pedirle que sea mi esposa así que me levanto de la mesa y empiezo mi discurso.

—Espero que todos hayan tenido una excelente noche y por lo que se nota un agradable viaje familiar, del que espero pronto poder ser parte.

Ustedes todos saben que Alicia y yo nos hemos querido desde niños, ella ha sido siempre mi novia, así la miro yo, y tanto ustedes sus padres mis suegros como ustedes sus hermanos y el Tío Carlos saben que es así.

La vida me ha dado buenas oportunidades y que mejor manera de aprovechar las mismas que compartirlas con una mujer tan inteligente a mi lado.

Por eso es que hoy, delante todos ustedes quisiera hacerte una pregunta Alicia ¿Te casarías conmigo? —Me arrodillo a su lado y ella se levanta mientras asiente y lleva una mano a su boca en señal de sorpresa.

—¡Claro que si! —Nos abrazamos.

...

—¿Que tanto llevabas planeando esto? —Me pregunta Alicia mientras caminamos por el jardín de su casa rumbo a mi auto.

—Lo suficiente para impacientarme.

—Estoy feliz, es la mejor sorpresa que me hayan podido dar.

—Te amo Alicia, pronto serás mi esposa y tendremos muchos niños. —Alicia sonríe y deja un breve beso en mi cachete.

—Me encantaría.

Me subo a mi auto.

—Nos vemos mañana.

—Me pondré a recolectar cosas para nuestra boda.

—Eres divina. —Ella sonríe y me lanza un beso mientras se aleja, espero hasta que ha entrado a su casa y salgo de ahí a toda velocidad. Amaba hacer eso.

...

Al día siguiente, como de costumbre soy invitado a la reunión semanal de los socios administrativos, la cual por alguna extraña razón había empezado...

Sin mi.

Al acercarme escucho una voz diferente de quién descubro pertenecer a Abel Fermin, hijo mayor del Señor Fermin.

Su presentación tenía a todos mirando hacia adelante, tan entretenidos que ninguno se dio cuenta de que yo había puesto un pie en la sala, solo la secretaria.

—Señor, aquí tiene. —Tomo mi carpeta y comienzo a leer su contenido.

Adición nominal... Abel Fermin... Egresado de la facultad de ciencias económicas y de desarrollo... Madrid...

Maldición.

—Votos a favor. —La voz del Señor Fermin me sacan de concentración y veo a todos levantar la mano.

—Nos conviene. —Dice mi padre acercándose pasando su mano en mi hombro. Este gesto solo significaba una cosa, tenía un plan, y estaba empezando a lograr sus objetivos.

—Es un ni...

—No me importa y es mejor que lo entiendas Temístocles.

—A mi si me importa, he visto cre...

—Ya cállate.

—Temístocles, bueno verte por aquí...

—Como todas las semanas Señor Fermin —Sonrió con toda la falsedad posible.

—Es importante que estuvieras hoy. —Su hijo Abel se acerca a nosotros y me ofrece su mano. La tomo de inmediato. Puedo ver en su mirada algo de ¿Ira?

—¿Todo bien Abel? —Gira su cabeza hacía mi padre dejando en el aire mi pegunta. Suelta mi mano y ahora se la ofrece a él.

—Vio que tenía razón Señor Beras.

—Nunca lo dude, con su permiso —Mi padre no toma su mano y solo se marcha.

—Felicidades, tengo mucho trabajo.

Salgo de ahí lo más rápido que puedo, me estaba volviendo loco la idea del posible macabro plan que se traía Napoleón entre manos, no era de dudarse, más bien de esperarse, mi padre nunca pierde y existe una razón para todas sus decisiones por lo que al llegar a mi escritorio trato de revisar más a fondo la carpeta que me había sido entregada.

Su plan era severo y no podía oponerme por lo que sea lo que sea qué fuese a pasar, yo no tendría voz ni voto.

Tomo mis cienes y una vez recuperado dejo todo a un lado para concentrarme en mi trabajo.


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Espero que les haya gustado, un capítulo un tanto corto e introductorio, apartir de aquí ya tengo toda la historia escrita por lo que las actualizaciones serán más rápida.

Gracias por leer.

CONVERGENCIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora