CAPÍTULO 22 - GHOULS

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Atwood no se lo pensó dos veces al ver a aquel monstruo babeante frente a él. Apuntó con su varita a la criatura y gritó.

—¡Petrificus Totalus!

El hechizo impactó de lleno en el monstruo, que cayó como una estatua de piedra al suelo. Uno menos, tan sólo quedaban nueve.

—Atwood, reserva tus fuerzas. —le dijo Andrew. —No es un hechizo que consuma poca energía, precisamente.

—Pero es efectivo. —dijo Atwood, notando sus músculos cansados. El profesor Jee-Faint les había hablado de los límites del cuerpo humano a la hora de hechizar y de cómo estos aumentaban conforme se entrenaba y se ganaba edad.

—¡Flipendo! —gritó Susane, impactando a una de las criaturas con su hechizo en la cabeza. El monstruo cayó de espaldas al suelo, parcialmente aturdido. —¿No prestáis atención al profesor Quirrell? Usad Flipendo, requiere menos energía y nos permitirá pensar un plan de huida.

—¿Un plan de huida? —preguntó Jade, que aun no había lanzado ningún hechizo. —¿No vamos a derrotarlos?

—¿Se te ocurre cómo? —gruñó Andrew, que acababa de impactar otro Flipendo en una de las criaturas.

Atwood miró a su alrededor. Aquel hombre los había distraído el tiempo suficiente para que los ghouls los rodearan por completo. Se le ocurrieron varios planes de huida, pero ninguno de ellos era perfecto. Tendrían que improvisar.

—Andrew, ¿crees que ese tipo querría que lo siguiéramos? —dijo Atwood, dirigiendo la mirada al monstruo que había surgido del pasillo por el que se había marchado el desconocido.

—Puede ser, ¿por qué?

—Si nos centramos en abrir un hueco en esa dirección, podemos salir corriendo por el pasillo y dejar a estos zombis atrás. No parecen muy rápidos.

—Son ghouls, Atwood, pero tienes razón. No son las criaturas más rápidas del bestiario mágico. Jade, Susane, ¿qué opináis?

—Yo opino que quiero irme de aquí. —dijo Jade.

—Coincido con mi buena amiga. —afirmó Susane.

—Decidido entonces. —dijo Andrew, señalando a los ghouls del otro lado con la cabeza. —Me encargo de mantener a estos a raya, vosotros abrid un camino.

Andrew lanzó otro hechizo contra los ghouls del frente, más les valía abrir el camino rápido, no sabía cuánto podrían aguantar. Atwood miró en la dirección por la que se había marchado el desconocido, tres ghouls les impedirían pasar.

—Uno para cada uno, chicas. Yo me encargo del que está en el centro.

—Yo del de la derecha. —dijo Susane.

—El de la izquierda es mío entonces, supongo. —Jade parecía resignada. Atwood decidió estar atento a ese ghoul, por si la chica no se atrevía a atacarle.

¡Flipendo! —Atwood impactó el hechizo en la criatura, que cayó de espaldas. No sería suficiente con eso, aun estaba en el camino. Se atrevió a acercarse a ella y rodearla, eligiendo dar la espalda al ghoul de Susane. —¡Vamos, ven a por mí!

El ghoul gruñó molesto y empezó a levantarse con torpeza. Atwood lo provocó con la mirada, confiando en que Susane estuviera manteniendo a raya a su enemigo. El ghoul se puso de pie por fin, pero Atwood no le permitió incorporarse del todo.

—¡Flipendo! —La maldición de empuje impactó en la criatura justo antes de que recuperar el equilibrio por completo, haciéndole caer de espaldas y rodar hacia atrás. La criatura estaba en línea con la que estaba atacando a Jade. —¡Vamos Jade, acaba con el tuyo!

Wizarding World: El Ataúd de WiggenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora