Capitulo 10

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Cristina

Abro los ojos, sintiéndome desorientada, ni siquiera sé dónde estoy y qué está pasando.

Dos mujeres se encuentran delante de mí, me miran con preocupación. Ni siquiera sé quiénes son.

—¿Qué paso? —Pregunto tratando de incorporarme.

—Quédate quieta, todo va a salir bien.

—¿Dónde estoy? — Los recuerdos vienen a mi mente y empiezo a observar hacia todos lados buscando a mi esposo.

—¿Esposa? — Hace una mueca —¿Qué estúpida broma es esa? —Me mira de arriba abajo —Jamás me casaría y si eso algún día llega a pasar y espero que no, nunca sería con una mujer como ella.

Cierro los ojos sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.

—No llores cariño—Dice la mujer mayor.

—¿Quiénes son ustedes? — La mujer se sienta a mi lado y sonríe.

—Soy Lucia, madre de Johan.

—Oh.

—Yo soy Cecilia, esposa de Diego.

—Hola.

—No sabes cuanto nos alegra conocerte, teníamos ganas de ir a recogerte, pero tengo un bebé que me hace retener en casa y otros pequeñines—Sonríe.

—¿Tienes más hijos?

—Sí, con este son tres.

Recuerdo que Johan una vez me dijo que después de tener a este no quería esperar mucho tiempo para que tuviéramos otro. Solo me reí y me gustó la idea, cuando eres hija única te sientes solo y no quiero eso para mi hijo.

Paso la mano en mi estómago, sintiendo que mi hijo moverse.

—¿Quieres comer algo? El médico dijo que debías hacerlo cuando despertara.

—¿El médico?

—Sí, estuvo acá hace un momento y...—Se detiene cuando escuchamos unos gritos.

—Quédate aquí— Las dos mujeres se dan la vuelta y salen cerrando la puerta a sus espaldas.

Mi corazón se acelera cuando escucho la voz de Johan gritarle a alguien. Acelero mi paso y abro la puerta saliendo de la habitación y me dirijo donde están los gritos.

—¿Qué esperas que haga? —Veo a mi esposo discutir con su padre —¡No tengo ni puta idea de quién es! —Señala el portátil —Ese no soy yo.

—¿Entonces quién más es? —Diego, su hermano, cruza los brazos —¿Acaso piensas que contratamos a un doble?

—¿Qué es lo que pasa? —La madre de ambos hombres se acerca.

—Que mi querido hermano piensa que le estamos mintiendo y no cree que el hombre de los videos sea él—Sonríe con amargura —Le cuesta creer que se enamoró y ha sido feliz y no el amargado de siempre.

—Déjame en paz y vete de mi casa—Dice Johan con los puños apretados a su lado —Todos.

Me cuesta ver esa personalidad en mi esposo, especialmente la forma que es con su familia.

—Está bien, nos iremos y nos llevaremos a Cristina con nosotros, ya que tú no la quieres a tu lado.

—Eso no va a pasar, mientras investigo que todo es real, ella se queda aquí —Diego sonríe.

—¿Ves que sientes algo por tu esposa?

—No es así.

—¿Entonces porque casi me golpeas cuando la sostuve en mis brazos cuando se desmayó? —Johan desvía su mirada hacia otro lado —¿Ves? No lo quieres reconocer que, aunque no reconozcas a tu esposa despierta cosas en ti.

—Pienso que Cristina debería estar con nosotros por un tiempo mientras se recompone, no es bueno por su estado este en medio de estos enfrentamientos.

—¿Estado?

—¿Acaso no sabes que está embarazada y va a tener un hijo tuyo? —Sus orbes se abren y puedo ver cómo se tambalea. Su padre logra agarrarlo antes de que caiga y lo ayuda a sentarse en el mueble.

—¡Johan! —Corro hasta llegar a su lado.

—¡Hijo! —Sus padres y Diego se acercan.

—Llama al doctor Raymond y dile que venga ahora mismo—Dice Lucia a su otro hijo.

—De inmediato— Saca el teléfono del bolsillo y empieza a hacer la llamada.

—¿Estás bien? —Pregunto tocando sus piernas.

Estoy de rodillas frente su cuerpo mientras él tiene las manos en la cabeza baja y la mirada hacia el piso.

—¿Johan? ¿Cariño?

—Necesito... acostarme. Me duele mucho la cabeza.

—Vamos.

Diego y su padre lo ayuda a levantarse, pasa por mi lado sin ni quiera mirarme. Mis ojos se llenan de lágrimas ante su actitud.

—Tranquila, todo va a estar bien— Cecilia me ayuda a levantarme y a sentarme en el mismo lugar en el que estuvo mi esposo.

—Creo que... es mejor que me vaya de nuevo a mi casa—Hipo sin poder detener las lágrimas.

—¿Por qué no vamos a mi casa y descansas un poco mientras el médico viene a revisar a mi cuñado? —Dice la esposa de Diego—Necesito ver a mis hijos y no ver que hayan incendiado la casa—Sonrió limpiando las lágrimas —Aléjate un poco de esto, démosle un poco de espacio y deja que Diego y nuestros suegros se encargue. Como dijo el doctor, estas emociones no son buenas para ti ni tu bebé y volveremos en unas horas, ¿Qué te parece?

Asiento con la cabeza, la verdad es que es mejor que me aleje un poco y pueda asimilar todo lo que está pasando.

Cecilia le manda un mensaje a su esposo y ambas salimos del departamento de mi esposo. Vamos en el auto y llegamos a una hermosa casa.

Bueno, no es casa, es una mansión de esas que se ven en la televisión.

La esposa de Diego se encarga de presentarme a sus hijos, unos niños adorables quienes me reciben con abrazos y besos.

La niñera desaparece con los pequeños y nosotras nos sentamos en el comedor hasta que una de las empleadas se acerca con el teléfono.

—Señora, el señor necesita hablar con usted urgente.

—Gracias.

—Hola cariño.... No, es que el móvil está en mi bolso y lo debí dejar por ahí.... Sí, ¿Qué es lo que pasa? —Su mirada se encuentra con la mía y me empiezo a desesperar —¿Qué? ¿En serio? Bueno, eso es bueno... si amor, estamos comiendo y vamos para allá... no te preocupes, no tardaremos, trata de controlarlo mientras regresamos. Te amo.

—¿Qué pasa? —Pregunto cuando cuelga la llamada.

—Johan perdió la cabeza cuando no te encontró en el departamento—Dice — Que no ha dejado de gritar y no permitió que el médico lo revisara porque está desesperado por encontrarte.

—¿Ya me recordó? — Me levanto del asiento.

—No—Toma mi mano —No ha recordado nada, pero por alguna razón se está volviendo loco con tu desaparición y necesitan que volvamos lo más pronto posible antes que termine haciendo un peor desastre.

—¿Qué quieres decir? — Las dos empezamos a caminar hacia la salida.

—Tuvieron que sedarlo cuando intento salir del departamento para buscarte después de romper algunas cosas.

—Oh.

—No te preocupes, todo va a salir bien.

Eso espero.

Un verano abrazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora