La tensión entre Claudia y Xóchitl no hizo más que intensificarse después de su encuentro en el debate. A pesar de sus diferencias políticas y personales, no podían evitar la atracción que sentían la una por la otra. Pero a la vez, cada una tenía un deber hacia su partido y su familia.
Claudia se encontraba en un dilema. Por un lado, tenía a su marido y a su partido, quienes confiaban en ella y la apoyaban en su carrera política. Por otro lado, tenía a Xóchitl, quien la atraía de una manera que nunca había experimentado antes y la hacía tener los pensamientos más obscenos posibles. La lucha entre su deber y su deseo la estaba desgarrando por dentro.
Xóchitl, por otro lado, estaba dispuesta a correr el riesgo. Aunque sabía que estar con Claudia podría costarle su carrera y su matrimonio, no podía ignorar lo que sentía por ella.
Un día, después de una reunión política, Xóchitl se acercó a Claudia. La tomó de la mano y la llevó a un lugar privado. Allí, le confesó sus sentimientos. "Claudia", dijo, "sé que esto está mal en muchos niveles. Pero no puedo ignorar lo que siento por ti. No puedo y no quiero".
Claudia se quedó sin palabras. Aunque había sentido la atracción entre ellas, nunca había pensado que Xóchitl se atrevería a confesar sus sentimientos. Se quedó allí, mirando a Xóchitl, luchando por encontrar las palabras adecuadas.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Claudia respondió. "Xóchitl", dijo, "no sé qué decir. Esto es... es demasiado apresurado, a mí no me gustan las mujeres, ehh, tengo que irme".
Y así, Claudia se alejó, dejando a Xóchitl sola, triste y un poco confundida. Aunque Claudia estaba confundida y asustada, también sentía una extraña sensación de alivio. Por fin, había alguien que entendía lo que estaba pasando por su mente.
La tensión entre Claudia y Xóchitl se había convertido en un fuego ardiente. A pesar de los riesgos y las complicaciones, no podían ignorar lo que sentían la una por la otra. Ambas estaban atrapadas en un torbellino de deseo y pasión que amenazaba con consumirlas.
Después de la confesión de Xóchitl, Claudia pasó días en un estado de confusión y ansiedad. Pero también había una parte de ella que se sentía emocionada y viva de una manera que nunca antes había experimentado. No pudo evitar pensar en Xóchitl, en su sonrisa, en su voz, en la forma en que la miraba.
Un día, después de una larga y agotadora sesión en el Congreso, Claudia decidió que ya no podía seguir ignorando sus sentimientos, sentía esa sensación de lujuria, se sentía un poco molesta por lo vivido en ese día y quería desquitarse con Xóchitl, la buscó y la encontró en su oficina, trabajando hasta tarde, en su cabeza solo pudo pensar "dioos se ve tan sexy con esos lentes, concentrada solo me dan ganas de...". Sin decir una palabra, se acercó a ella y la besó.
Fue un beso apasionado, lleno de deseo y necesidad. Xóchitl se sorprendió al principio, pero pronto respondió con igual fervor, durante el beso Claudia subió a Xochilt al escritorio, beso su cuello apasionadamente y Xóchilt solo le respondía con pequeños gemidos, En ese momento, todo lo demás desapareció. No había política, no había partidos, no había esposos. Solo estaban ellas dos, consumidas por el deseo que habían estado reprimiendo durante tanto tiempo.
Después de ese beso, todo cambió. Ya no podían pretender que lo que sentían era solo una atracción pasajera. Estaban enamoradas, y no había vuelta atrás.
Pero con esa pasión también vino el miedo. Sabían que estaban jugando con fuego, que estaban arriesgando todo por este amor prohibido. Pero a pesar de todo, no podían, no querían, detenerse.
ESTÁS LEYENDO
Entre partidos y conflictos, un vínculo prohibido
FanfictionEn el mundo de la política, dos mujeres destacan por encima del resto. Candidatas a la presidencia, ambas representan partidos opuestos y parecen ser enemigas acérrimas en la lucha por el poder. Sin embargo, bajo la superficie de debates acalorados...