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Algo se encendió en el corazón de Lady Henrietta Potter la primera vez que vio a Lord Kingsley Shacklebolt.

Al principio era sólo una pequeña brasa. Un flechazo, algunos podrían llamarlo.

Kingsley no se parecía a ningún mago que hubiera conocido. Era increíblemente alto, de hombros anchos y la voz de un dios. Su piel era de un color marrón oscuro que le hizo querer extender la mano y tocarlo.

Llevaba un traje bien confeccionado, con un conjunto de túnicas caras encima. Con solo quitarse la capa podría haberse mezclado perfectamente con el mundo muggle.

Él era uno de un grupo de magos y brujas enviados por La Orden para llevarla a Grimmauld Place.

Nadie notó la forma en que miraba al mago mayor, excepto Sirius, quien guardaba el secreto de su ahijada. Sabía que Kingsley era un hombre honorable y solo veía a Henrietta como la niña que era.

Enterró profundamente a la persona que le gustaba, pero la chispa persistió.

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Él estaba allí en el Departamento de Misterios, luchando contra los Mortífagos a su lado.

Su mente casi se hizo añicos bajo el peso de perder a Sirius. Intentó correr hacia el velo, hacer retroceder a Sirius o ir con él, pero unos brazos fuertes la rodearon por detrás.

"Se ha ido", susurró Kingsley entrecortadamente en su oído.

Ella se agitó y luchó contra él. Ella gritó hasta que se le acabó la voz.

Un destello de luz amarilla aceleró hacia ellos y Kingsley la soltó para levantar un escudo. Corrió por el borde y persiguió a Bellatrix Lestrange. 

Después de esa noche, el mundo mágico le creyó. Lord Voldemort había regresado. Habría renunciado a todo para recuperar a su padrino.

A pesar de su dolor, la chispa persistió. El recuerdo de sus brazos alrededor de ella, su voz profunda en su oído, atormentaban sus sueños.

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La chispa se convirtió en fuego la noche en que la Orden la ayudó a abandonar Privet Drive para siempre.

"Quiero ir con Kingsley", dijo con voz clara y fuerte.

Kingsley pareció sorprendido por un segundo antes de que un lado de sus labios se formara en una sonrisa.

"Esperarán que estés con él o conmigo. Tienes que ir con Hagrid", se quejó Moody.

Henrietta parpadeó, con ojos acerados. Por lo general, seguía los planes de la Orden, pero ya casi era mayor de edad. Estaba cansada de que la dejaran de lado, de que la ignoraran.

Remus reconoció esa mirada en sus ojos. Muy parecido a James. Él se acercó a ella y le susurró con una voz que sólo ella podía oír.

"Él es el mejor por una razón, Etta. Estará bien".

"Será mejor que lo esté."

Lo logró sin un rasguño, a pesar del ataque del Mortífago.

"Es demasiado mayor para ti", advirtió Remus antes de abandonar la Madriguera esa noche.

"Y Tonks es demasiado joven para ti", respondió ella.

Él bajó la mirada hacia ella. Era pequeña de estatura, pero grande de presencia. Ella era más dura en defensa de su amor, uno del que él sabía que Kingsley no sabía nada.

Incendio [Kingsley Shacklebolt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora