💜||PRÓLOGO||💜

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— ¿Otra vez llorando?

Mi presencia no la alarma, ni siquiera parece reparar en ella, y eso basta para que sepa que en esta ocasión es diferente.

Ella luce diferente.

Está más callada. Más quieta... Más apagada. Y  darme cuenta de eso, hace que el enojo me queme por dentro; tanto por ese idiota como por ella.

Él no vale cada una de sus lágrimas, pero ella es lo suficientemente ciega para no verlo. O al menos, para intentar salir de esto.

Me siento a su lado. Ella no se molesta en voltear a verme. La conozco bien para saber que la vergüenza es la razón.

— No es nada— musita con su voz apagada luego de unos largos segundos.

Aprieto la mandíbula.

— No es nada, sino alguien— noto como mis palabras le vuelven los ojos brillosos y traga con dificultad. Ver esto me destroza de una manera horrenda, pero logro controlarme— Amaya, tienes que tomar una decisión. Esto se está convirtiendo en un círculo vicioso, no es sano para ti.

— ¿Crees que no lo sé? Pero esto está fuera de mi control. Creí que ya lo había logrado, creí que ya había logrado ser libre de este sentimiento. Yo...— aprieta los ojos— . Sólo sé que ya estoy cansada— suelta un suspiro lastimero—. Este dolor cada día se vuelve más pesado y me desgasta.

— Entonces, suéltalo— le pido—. Eso es todo lo que tienes que hacer... soltarlo, Amaya.

Ella solloza levemente.

— Todas las noches le ruego a Dios que lo arranque de mi corazón.

— Y Él lo hará, pero debes hacer tu parte. No puedes esperar que Dios sane aquello a lo que aún le eres fiel— la tomo del mentón con delicadeza—. Quema los barcos, Amaya. Avanza hacia lo que Dios tiene para ti y no mires atrás.

No mires atrás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora