.. LA HISTORIA DEL PEQUEÑO MUNDO ...

Periquete y Tiempo .

Los reyes humanos sueñan con el tiempo,tienen miedo de descifrar su propia esencia,guardan en sus manos la voluntad que danzaen lo escrito, en sus aventuras, en su existencia.

¡Oye, alto! Grito y susurro del recuerdo,
es un eco que revela lo que te envuelve,
un suave ardor que te hace titubear,
no corras, no temas, aquí estoy, te recuerdo.

La vida y el tiempo, dioses traviesos de hambruna, de miles misterio,
juegan a ser titiriteros de tu destino,
con hilos de orgullo y avaricia,
nos lanzan al abismo, a un eterno desatino.

¡Cumple, goza, pero no olvides!Mencionan los reyes ,
En cada risa, busca el eco de lo real,
tristeza y alegría, compañeros anhelantes,
caminaré contigo, en este viaje tan desigual.

Pero, si me olvidas, mira el abismo,
la risa se marchitará, se perderá en el suelo,
el tiempo, implacable, devorará el hechizo,
y serás sombra, solo un suspiro en el vuelo.

Atentamente, el recuerdo.
Con un ligero rubor en mi voz, te lo confieso.

*--^^--*

EL RECUERDO DE AQUELLOS PERIQUE .

La mañana apenas comenzaba, el sol se deslizó tímidamente entre los árboles, su calor era un abrazo suave que prometía un día lleno de secretos. El cielo azul, despejado de nubes, era un lienzo en el que la imaginación podía pintar recuerdos imborrables. Allí estábamos, un grupo de chavales, inmersos en la inusual tarea de limpiar una casa que, como un viejo baúl, guardaba historias entre sus paredes. Algunos eran familiares cercanos, otros amigos que se habían colado en la rutina familiar, formando parte del entramado de la vida cotidiana.

Había llegado con la ilusión de jugar, pero la realidad me sorprendió con un giro cómico. "¡Cada uno con una escoba y baldes de agua!", anunciaron en tono de risa y broma . Nadie se quejó abiertamente —eso habría sido demasiado obvio—, aunque las miradas de complicidad y algún que otro suspiro de resignación hablaban por sí solas. La primavera se había desbordado en un torbellino de hojas y flores marchitas, y toda esa belleza se había transformado en una tarea interminable; como si la naturaleza, burlonamente, nos retara a enfrentar su caos.

Con cada golpe de escoba, una sensación extraña emergía en el aire; era como si el acto de limpiar se fusionara con un juego. Mis primos y yo, inmersos en la tarea, repartiamos las tarea indicada  y cada reunión , donde el polvo se amontonaba como recuerdos perdidos. La azotea se convertía en nuestro pequeño tormento.

cuando uno RECUERDO esos pequeños momento ,pareciera que hubiera sido  un mundo paralelo , era simplemente una  ilusión .

Una anécdotas que se tejían entre el sonido de las voces perdida en la memoria . 

Cada rincón que limpiábamos era un peso meno ,- ya ivamos a terminar , se convertía  escenario para la tranquilidad , como si toda la seriedad del mundo adultos nos resultara distante en ese momento.

Nuestra Mita nos observaba desde su silla, un atisbo de serenidad en medio del bullicio. Con su anteojo y un libro en manos, parecía la guardiana de nuestras travesuras. De vez en cuando levantaba la vista, sus ojos centelleantes reflejaban la mezcla de cariño y autoridad, un recordatorio de que había un límite entre la diversión y el descontrol. Su mirada, sabia y atenta, nos empujaba a comportarnos, aun cuando la risa brotaba de nuestro interior como un torrente incontrolable.