Policías y Brujas: pt2

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El joven que acababa de llegar al pueblo en su elegante carro de color obsidiana continuaba fumando en tranquilidad, tenía un porte que para cualquiera de los vecinos era el de un mafioso de película, su paz se vería interrumpida por una llamada entrante en su móvil, la cual respondió con tranquilidad pero rapidez, dándole una última pitada a su cigarro lo arrojó al suelo para así pisarle encima y mientras el humo salía de sus fauces habló.

-Buenas noches jefa, ya estoy en Alarcón, justo frente a la casa de su hermano pero parece que no están aquí, no se escucha ningún sonido.

-No te preocupes Vlad, creo que tengo una idea de donde pueden estar, Raphaelus tiene una mascota humana, un tal Leonel, seguro están con él.

-¿Quiere que vaya a investigar su casa?

-Sí, no los pierdas de vista. Esos dos son un peligro solos.

-Claro, que tenga una buena noche.

-Las cosas por aquí están algo agitadas, ya estamos llegando a Italia, iremos a la Basílica una vez mas, aun estoy con Owen y Nora.

-Si necesita algo, hágamelo saber.

-Claro, adiós.

La matriarca cortó la llamada, dejando nuevamente en soledad a su mano derecha, el ruso tomó su celular nuevamente pero esta vez para averiguar sobre aquel tal Leonel. No pasó mucho tiempo para que el jefe de seguridad de la mayor de los Blackwood encontrara la dirección de Leo, por lo que sin más se dispuso a subirse en el coche para así encenderlo y conducir con tranquilidad hasta la casa del rubio, donde estacionaría delante y se mantendría esperando ver a alguien.

Un par de horas habían pasado y los primeros rayos de sol aparecían, filtrandose por la ventana de la sala, lo que haría que Erick se despertase con algo de rapidez, estaba extremadamente acostumbrado a dormir poco y debido a su trabajo tenía un sueño muy liviano por lo que de un salto se puso de pie. No lo pensó demasiado y caminó hasta la habitación de su primo, abrió la puerta y se topó con una escena que lo dejó algo impactado, Robin durmiendo sobre el pecho del rubio mientras ambos se abrazaban, claramente aquello fue extraño para él porque estaba seguro de que su primo no se sentía atraído por los hombres, ahora algo apenado habló para llamar la atención de aquellos dos.

-Vamos, despiertense. Hay que ir a buscar a Aitana.

Al oír aquella voz, con algo de pereza el brujo abrió los ojos y se alejó con algo de cuidado del agarre del ojiazul, lo que provocaría que este también despertara.

-Ya vamos.

Dijo Leonel algo dormitante mientras trataba con bastante dificultad sentarse en la cama, ante las palabras de su primo, el detective asintió con la cabeza cerrando la puerta tras él. Ahora con los dos solos, se dispusieron a levantarse y vestirse, ni una palabra salía de sus bocas, lo que había pasado la noche anterior aún se les hacía extraño a ambos. Ya listos, salieron de la recámara y se encontraron con Erick tratando de despertar a Cata.

-Vamos niña, arriba. Tenemos cosas que hacer.

Al no ver reacción de la menor, su hermano se acercó, colocó su dedo índice en su propia boca para llenarlo de saliva y así meterlo en el oído de la vampiresa, haciendo que esta se levantara de un salto y bastante asqueada finalmente habló.

Los 7 de BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora