Maegor Targaryen (Pausado)

Capitulo 15

Maegor se dirigía por los largos pasillos del castillo hacia la sala del trono para asistir al reclamo de sir Vaemond Velaryon. Desde lo más profundo de su ser, Maegor despreciaba a ese hombre, un individuo egocéntrico preocupado solo por sí mismo.

Simón notó que Maegor exhibía una mueca de preocupación, quién sabe si era debido a lo que sucedería en breve o a la carta que leyó anoche. Después de todo, Maegor había pasado toda la noche escribiendo un largo mensaje a Merlin. Simón simplemente esperaba que la paloma mensajera no muriera en el camino por el peso del pergamino que Maegor había enviado.

Maegor se detuvo frente a las grandes puertas que llevaban a la sala del trono, observando a los dos caballeros que custodiaban la entrada.

—Sir Simón, quédate cerca de Rhaenyra y sus hijos —dijo mientras miraba a su amigo más cercano— Deseo que los protejas.

—Lo haré con mucho gusto, mi príncipe —Simón inclina su cabeza en señal de respeto.

—Bien, vamos allá, abran la puerta —dijo Maegor con voz firme, mientras los dos caballeros obedecían inmediatamente.

Alicent estaba de pie a mitad de las escaleras que conducían al Trono de Hierro. Había comenzado la reunión temprano para tener ventaja sobre Rhaenyra, a quien miraba con aire de superioridad. Se sentía mucho más importante que la Princesa Heredera.

Alicent estaba complacida ya que por primera vez se sentía más poderosa que Rhaenyra. Esperaba con ansias un encuentro, pero justo en ese momento la puerta se abrió, mostrando al Príncipe Maegor Targaryen, la Mano del Rey.

—Es mejor que bajes de ahí, me encargaré de esto, Su Majestad —inmediatamente, Maegor caminó hasta quedar frente a Alicent— Parece que no escuchas, Majestad, he dicho que bajes ahora.

—Maegor, te lo ruego, no hagas esto —Alicent vio cómo los presentes lo miraban con curiosidad— Soy la Reina Alicent Hightower, esposa del Rey, tu madre.

—Mi madre no existe, solo una mujer que se cree importante porque se casó con un Rey, gracias a la ayuda de su padre —Maegor dirigió su mirada a Otto— Tú no deberías estar interrogando a la Princesa Rhaenyra, el Rey me autorizó a mí para hacerme cargo de esto, baja ahora mismo —Maegor adoptó un tono de voz autoritario, tal como su padre le había enseñado desde niño.

Sin más remedio, Alicent bajó los pocos escalones que quedaban, sintiéndose humillada por su propio hijo. Maegor no la miraba, solo mantenía la cabeza en alto mientras la reina pasaba a su lado. Otto observaba cómo Maegor se estaba haciendo cargo de la situación, destrozando todos sus planes una vez más. Sin duda, Maegor sabía cómo arruinarlos.

Vaemond había esperado que Alicent y Otto se encargaran del reclamo. Sin embargo, al final se dio cuenta de que se enfrentaría solo al joven dragón.

—Señor Vaemond, espero que tenga un sólido argumento para justificar todo esto —Maegor mantiene sus manos detrás de su espalda mientras observa a Vaemond— Gracias a usted, estoy perdiendo mi valioso tiempo. Tengo otras cosas que hacer, como pasar tiempo con mi hermana y su familia.

—¿Me permitiría hablar? —Vaemond mantiene una sonrisa orgullosa mientras mira a Maegor.

—Si puede hablar, aunque tu voz es realmente una molestia, como tú —dice Maegor mientras suspira.

—Vaemond se acerca a Maegor y se coloca frente a él— Mi reina, mi Lord Mano —dice mientras mira a Alicent y luego a Maegor— La historia de nuestras nobles casas se extiende más allá de los siete reinos hasta los días de la antigua Valyria. Mientras la Casa Targaryen ha gobernado los cielos, la Casa Velaryon ha dominado los mares —Maegor bosteza, lo cual Vaemond nota, pero prefiere ignorarlo— Con la caída de Valyria, nuestras casas se convirtieron en las últimas de su clase. Nuestros antepasados llegaron a esta nueva tierra sabiendo que si fallaban, sería el fin de nuestra línea de sangre y de nuestros nombres. Yo he pasado toda mi vida en Driftmark defendiendo el trono de mi hermano. Soy el pariente más cercano de Lord Corlys, su propia sangre —Vaemond mira a Maegor— La verdadera y poderosa sangre de la Casa Velaryon corre por mis venas.