XII.

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Contenido +18. El no leerlo no afecta el entendimiento de la trama.

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Aegon le mantuvo mirada.

Se veía tan bonito estando totalmente confundido.

Se veía tan precioso estando entre sus brazos.

Aegon era una clase de pecado para el que nadie le preparo.

–Tengamos nuestra noche de cama –Susurró con más firmeza.

Más que solo meterse entre las piernas de Aegon y entrar a profundidad en él. Quería tener la certeza de que nadie más hubiera entrado en él.

Daemon le había dejado la espinita, y le estaba siendo difícil permanecer bajo control.

–¿Ahora? –Volvió a preguntar.

–Sí, ahora –Respondió inclinándose para besar a Aegon.

Aegon estaba sorprendido.

No esperaba esto.

Pero aqui estaba, besandose con el Velaryon.

Si es que se podría llamar besarse en absoluto, más bien atacarse.

Ambos queriendo tener el control del beso.

Jacaerys violaba su boca con besos húmedos y profundos, con un hambre feroz que le hacía sentir a Aegon que debilitaba sus rodillas.

En un rápido empujón Jacaerys lo clavo contra la puerta, quedando entre la misma y el duro cuerpo de él.

Aegon estaba presionándose con necesidad.

Dios.

La lengua de Jacaerys se sumergio en su boca, barriendo el interior, Aegon solto varios jadeos bajos.

Jacaerys no lo besaba con cariño o pasión.

Lo besaba con la intencion de poseer su boca. Y Aegon simplemente trataba de seguir su ritmo, haciendo caso omiso del sabor metálico agudo de la sangre que se mezclaba en sus lenguas.

No sabía si era de Jacaerys o de él mismo.

Por primera vez, Aegon sentía olvidar su odio por Jacaerys.

Las llamas que ardían en su sangre estallaron en un infierno repentino, y él se perdió, sólo lejanamente consciente de que estaba jadeando y moliéndose sin poder
hacer nada en contra de la cadera de Jacaerys, su mano en un puño en el pecho de Jacaerys.

Carajo, apreciaba que Jacaerys durmiera sin nada en la parte de arriba.

Podía manosear su abdomen y sentir la dureza del mismo.

Aegon sentía su mente felizmente vacía más allá de una profundidad necesidad carnal.

Tenía tanta necesidad.

Desde la noche en que Jacaerys lo besó.

Gimiendo en la boca del morocho, deslizó la mano entre ellos y agarró el bulto en los pantalones de su esposo.

Sintió a Jace estremecerse y pronto mordió su labio soltando un gemido ronco, su pene empujando contra la codiciosa mano de él.

Dios, quería esto.

Lo quería dentro, profundo y duro.

No importaba que no se toleraran.

No importaba que Baela hubiera tenido una reunión con su esposo.

No importaba nada más ahorita, podían odiarse y discutir después.

Aegon quería esto.

Jacaerys se deleitaba con los pequeños gemidos rotos y todos los jadeos de Aegon.

"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora