2- Mimzzy

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Hola! Volví... Cada cap. tiene el nombre de la víctima, por si tenían la duda, bueno. Que disfruten!


Nunca pensé que la música fuera algo horrible, hasta que ví a esa enana estúpida que decidió acercarse y hablar con MI chico. ¿Entrar a mi hotel de esas maneras? Ni hablar. 

Todo empezó con ese horrible sonido de puerta, pensé que sería un nuevo redimidor, pero era una mujer baja de estatura, y también de mentalidad por lo que veo. 

A mi Alastor no le gusta que le toquen, eso devería estar grabado con fuego en su mente, pero, ¿qué mejor que entrar a mi hotel y buscarse la muerte por propia voluntad? Entró de un salto para abrazarlo y mientras él, lo sentía, y lo sabía... estaba muy incómodo. Normal, ¿quién la prefiere a ella antes que a mí?

Hay algo que es obvio, no saldrá bien parada. 

-¡Alastor! Querido ¿qué tal estás? Hace tiempo que no nos vemos...- dijo haciendo un tipo de gesto mientras movía su pequeña y gruesa muñequita. 

-Si... cierto querida- dijo mirando hacia otro lado, ya que estaba muy incómodo por el abrazo que acababa de recibir. - ¿Me permite hacerle la pregunta de por qué esta usted aquí?

-Oh, he venido a saludarte, e igual a quedarme unos días... ya sabes, para ponernos al día -dijo ella ajusándose el escote de su vestido. 

-¡Hola, soy Charlie!- dije interponiéndome entre esa repugnante persona y mi querido Alastor.

-Aj, hola -dijo ella con un poco de desprecio. ¿Qué le pasaba por la cabeza?

-Bueno... ¿Estás aquí para redimirte?- dije "entusiasmada" 

-Ah, no, nunca lo haría, este sitio es increíble, aquí soy quien yo quiero -dijo ella con el ego subido

-Pero... si no es usted un redimidor no puede quedarse aquí... -dije fingiendo pena. 

-Son solo dos días, después todo quedará como si nunca hubiese venido, aunque en esa cabeza van a quedar grabadas muchas cosas... ¿Verdad Alastor? -dijo ella acercándose de nuevo.

-Le ruego que se vaya, señorita, este es un hotel de redimidores, si quieren "ponerse al día" vayan a una cafetería por favor- dije tiernamente y con una sonrisa. 

-Estoy de acuerdo con mi encantadora socia- dijo mirándome, no tardé en sonrojarme ante tal acto. 

-Pues intentaré redimirme, cualquier cosa para estar más tiempo con mi Alastor -dijo ella. 

Yo estallé en furia, Alastor era mío, ¿cómo se atrevía a decir que era suyo por ahí?

-Mira, Mimzzy, espero que esto lo hagas por tu salud mental y por que quieres ir al cielo, no por que te atraiga mi socio- dije yo. 

-Esta bien, eso mismo hago -dijo mientiendo. Todos sabíamos lo que quería.

Ella, como muestra de agradecimiento lo único que hizo fué decirnos que iva a dar una audición en el teatro del hotel. Ella era cantante, por lo que había oído. 

Sería una gran faena que muriera por la única parte de su cuerpo capaz de hacer algo útil, sería una pena, no poder cantar por última vez. Siendo cantante como yo... debe doler tanto. *Me reí con mis pensamientos*

Todos en la sala se quedaron mirándome. Mi risa era pequeñita, pero cuando estaba sola se llenaba de locura, era terrorífica. Menos mal que nadie la oía, así me parecería más a mi amado.

Todos nos arreglamos, era como si hubiera contratado a mi rival para cantar ese día... Que curioso, me divertía mucho. 

Ya no estaba Vaggie para decirme que ropa llevar y cual no, por lo que fué perfecto. Me pude duchar todo el tiempo que quise, pude poner mi música, pude ponerme las prendas que yo quise... Pude sentir livertad, ya que mi plan iva a funcionar a la perfección. Estaba segura.

Todo era perfecto ahora. Me maquillé como nunca lo hice, estaba preciosa para mi misma. Decidí hacer algo. Cogí un papel y lo besé, para que se quedara la marca de mi pintalabios. Luego escribí la hora, el día y el año. Cada asesinato que cometería estaría ahí marcado. No fallaría. Nunca. 

Mi vestido era rojo, rojo vino, rojo granate, rojo... sangre. Tenía un corte en la pierna y tenía unos tacones de cinta que se me enrollaban en los pies, hasta la mitad del gemelo. Me arreglé el pelo y todo estaba listo.

Bajé las escaleras rozando la palma de mi mano con la barandilla, rozaba perfectamente. Me encontré con Ángel, quien también se había arreglado. Nunca en mi vida ví un traje rosa pastel. Le quedaba bien. Después bajó Mimzzy, quien parecía ir a su mismo funeral por que iva de negro, parecía una monja. Pero he de admitir que le quedaba bien. Luego me di cuenta de que Husk se había cambiado de pajarita, no más. Bajaron bastantes residentes del hotel, emocionados por la actuación. He de decir que me sentí el centro de atención, nadie me había visto así nunca. Creo que les agradaba, me sentí bien.

Noté unos pasos, reconocí al instante a su dueño. Había cambiado su traje por uno negro. La camisa era roja y le quedaba genial. Esetaba guapísimo. A el también lo miraron mucho. 

-Usted está hermosa esta magnífica noche, dulzura -me dijo

Yo me sonrojé al instante. 

-Oh, gracias. Tu también estás herm-digo... muy guapo -dije yo.

Ángel me miró con una ceja levantada al ver que yo había quitado la vista por que sino caería en la tentación de hacerle algo delante de todos. 

Sus ojos eran tan... adictos. Ese color rojizo que emanaba me daba calor, me hacía sentir bien. Tampoco pensé que una simple mirada lograría hacerme sentir calor, o que alguna otra mirada me hiciese sentir frío. 

-¡Bien! Todos dentro del teatro, nuestra querida amiga Mimzzy nos quiere hacer una interpretación de su... música -grité encantadoramente

Todo el mundo se animó, entraron al escenario y cuando la música empezó a sonar, Mimzzy empezó a cantar. No cantaba mal, pero esa encantadora melodía que se afeaba con su voz. 

El concierto acabó y todo el mundo se fué a sus respectivas habitaciones para descansar, todos menos yo. Lo único que tenía que hacer era degollarla. 

La idea me habría atormentado hace tiempo, ahora me daba la gana hacer lo que yo quería. 

Entré en su habitación y le tiré una pasitlla analgésica en su boca. Una vez que se durmió la degollé, La maté. 

Cogí su cuerpo en brazos y me di cuenta de una cosa. No hacía falta tirar sus restos. Solo quemarla. Le cogí un mechon de pelo como recordatorio y la calciné con mis poderes. ¿Cómo no se me ocurrió hacerlo en otro lado? La alarma anti incendios empezó a sonar. 

Mimzy ya se había convertido en polvo. Abrí la ventana y deje que sus cenizas volaran. Ángel, con su antifaz y su pijama furro vino a ver lo que pasaba, al igual que algunos residentes y Alastor. 

Su pijama era precioso, era... humilde, una camiseta roja, con el pantalón negro. Era vastante suelto. Me encantaba. 

Yandere -CHARLASTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora