Iris Blanco

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Las cadenas que me aprisionan también me unen a ti.

Las próximas dos semanas se resumen en Kokonoi comprando y enviando mil regalos diferentes cada día, desde tacones, joyas y ropa hasta chocolates junto a rosas de todas las clases y colores, las más repetidas son iris blancos y rosas azules. Él recibe todos los regalos. Las joyas y la ropa van en una pila en su armario sin ser tocadas, las rosas a cualquier lugar de la casa menos a su cuarto; prácticamente todas las empleadas tienen un conjunto de flores en sus habitaciones que iban dirigidas Seishu. Lo único que guarda, a escondidas, y si preguntan dice que las desecho, son pequeñas tarjetas, escritas con la letra perfecta de kokonoi, con citas de diferentes poetas pidiendo perdón.

Los mensajes de texto tampoco faltaban, Kokonoi no envía tantos porque no quiere ser molesto, solo tres por día, en la mañana; para saludar y preguntar como esta, en la tarde; para preguntar si ya había recibido los regalos, en la noche; para despedirse y preguntar si se pueden ver, y, uno que otro mensaje para decirle que le pida lo que sea y él se lo dará para ganar su perdón. Seishu no contesta nada durante la primera semana y en la segunda solo le dice buenos días y buenas noches, lo negara toda la vida, pero la razón por la que no bloquea el número es porque le gusta la atención que le daba kokonoi y, además, le enviaba mensajes solo para avivar esa atención, no está siendo bueno, pero Hajime se lo merece completamente.

Seishu suspira y sale a recibir las rosas, son rosas azules, hoy con chocolates rellenos de limón y una gargantilla con esmeraldas. Lo extraño, Kalypso viene con el repartidor. Seishu baja las escaleras un poco nervioso, su padre le había dado un registro de la mujer después de que kokonoi y ella vinieron en la noche, una mercenaria, una máquina de asesinar y al parecer, la amiga y empleada más cercana de su futuro esposo.

— Buenos días — dice Kalypso. Tiene una voz monótona pero suave y tranquilizadora, se contrapone a las armas que lleva completamente visible en el cuerpo, ella misma ya es un arma.

— Buenos días —.

— Tu regalo — dice Kalypso y el repartidor entrega rápidamente los obsequios de kokonoi.

— Gracias — Seishu los recibe y se los entrega a una empleada, está los toma y vuelve a la casa. Kalypso le da una mirada al repartidor y este asiente saliendo de la propiedad — ¿A qué te enviaron? — pregunta directamente, no quiere jugar al cazador y la presa, teniendo en cuenta que esa mujer está entrenada para ser el cazador.

— Oh — la mujer da una risita — Kokonoi quería que supieras que no debes enviar nada que no quieras —.

— Muy tarde para eso — Seishu le da la espalda y camina a la puerta de su casa.

— Inupi — dice la chica y Seishu gira confundido, un pequeño dolor en las sienes haciéndose presente.

— ¿Qué? — pregunta Seishu tocando su frente — ¿Me estás llamando In...? —.

— Kokonoi te da libertad para hacer lo que quieras — dice Kalypso y le da la espalda. Deja a un Seishu confundido y con un dolor de cabeza punzante detrás.

Seishu entra a la casa, no es un dolor de cabeza perseverante, solo son constantes punzadas en la sien, pero le nubla la vista y se siente mareado. Una empleada le ayuda a llegar a la habitación, él solo entra y se acuesta en la cama, puede ver las rosas azules en la mesa de su cuarto junto a los regalos.

"Inupi" ese apodo se repetía una y otra vez en su cabeza, la voz de Kalypso pronunciando el nombre, pero a la vez podía escuchar dos voces más diciéndolo, más suaves e infantiles. Se arremolinan en su cabeza, se escuchaban a la vez o por separado, aun estando acostado en la cama podía sentir el mareo, estaba desorientado, los ojos le pesaban y se duerme rápidamente.

Matrimonio Concertado (kokonoi Hajime x Inui Seishu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora