Alessia
Perdí el control.
Quería hacerlo, lo necesitaba. Mi cuerpo aclamaba que destrozara todo a mi alrededor, rompiera todas las botellas o lanzara veinticinco disparos al cielo. Temblé de la impotencia, sin embargo logré contenerme.
Tenía en frente a Hassan Aksoy, el responsable de la muerte de mis padres. El sanguinario líder de una organización despiadada. El hombre que inició una guerra en mi vida.
Lo tenía en frente, sí. Con su peculiar pose de hombre inexpugnable y su característica prepotencia. Deseaba matarlo tan lentamente para que odiara cada segundo de su miserable existencia.
—Alessia —pronunció—, ha pasado tiempo desde nuestro último encuentro.
Respiré profundamente, hincando las uñas en la palma de mi mano.
—El necesario para no levantar sospechas. El CI ha estado jodiendo mucho últimamente.
Nos hallábamos en el salón. La luz que atravesaba las ventanas aportaba la visibilidad necesaria para contemplar cada gesto de su fisionomía. Ambos, sentados frente a frente. Dos de sus hombres lo acompañaban tras sus hombros. A mi lado, Bastian cuidaba de mí.
—Ha corrido el rumor de que el diamante negro no ha llegado a Cracovia —expresó Hassan—, todos están molestos con la noticia.
—Las probabilidades de que ese diamante no llegara al lugar de la subasta eran altas.
—¿Tuviste algo que ver, Alessia?
Sonreí medianamente:
—Por supuesto.
—Sabes que se iniciara una guerra por ese diamante, ¿cierto? —aludió sin bajar su mirada—. Es necesario que estés preparada. No tardará en esparcirse el rumor de que fue robado en Brasil. Todos saben que tú manejas esa zona. Tendrás al CI, a los croatas, a los serbios, y a medio continente tras tus pasos.
Tenía razón. El mundo ardería tras ese diamante, una pieza única. Mantuve la templanza que me caracteriza y continué con la conversación:
—¿Y tú? ¿Te unirás a esa guerra también?
Extrajo un puro de su chaqueta, dispuesto a encenderlo:
—Había una maldita regla. Ese diamante se dispondría de manera pacífica, al mejor postor. Sin intervenciones, sin armas, sin violencia. Solo una jodida regla, y tú la rompiste.
—No has respondido mi pregunta.
—No pondría en riesgo nuestra alianza, Alessia.
El rencor, la impotencia y la rabia que sentía en mi interior se encendieron bruscamente.
—Yo tampoco haría nada que perjudicara nuestros negocios —mentí—. Por eso, como muestra de mi buena voluntad, tengo algo para ti.
Hassan me observó profundamente, analizando cuidadosamente cada una de mis palabras. Era momento de actuar, sin reservas.
—¿Y bien? —cuestionó.
—Tengo a un agente del CI infiltrado en mi equipo —sentencié—, puedo entregártelo en bandeja de plata. Debe haber muchos secretos en ese cerebro, algo que un par de torturas no arregle.
Él rió con satisfacción, no todos los días podíamos tener a un agente en nuestras manos.
—¿Y qué quieres a cambio? Porque supongo que un regalo así, la reina de diamantes no lo facilita gratuitamente.
—Parece que no conoces el significado de la palabra regalo.
Chasqueó la lengua a medida que sus características arrugas cerca de los ojos se iban contrayendo, como señal de sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Emporio di Rossi
AkcjaEl agente Roy Donovan es solicitado por la Central de Inteligencia en Washington. La misión es desmantelar Black Diamond, una organización criminal involucrada con el tráfico de diamantes de sangre. Alessia di Rossi dispone la fortuna más poderosa d...